Guerra Civil

Una sentencia revisionista del Congreso sobre bombardeos buenos y malos

El Parlamento no puede ser el foro en el que se reescriba la historia de España, en concreto lo ocurrido en Málaga y Almería en 1937

Jaime Mateu

Un Gobierno desarbolado, incapaz de controlar el desastre al que su incompetencia está llevando el presente y futuro de los españoles, se enfrascó en el Congreso en un ejercicio de revisión del pasado. Quizás para tapar también su incapacidad de afrontar coordinadamente la asistencia a los refugiados que huyen de la invasión ilegal de Ucrania por Vladimir Putin, el PSOE presentó una propuesta para reconocer el escenario de otra tragedia de refugiados en la Guerra Civil como “lugar de memoria”. La razón es el aniversario de la llamada “Desbandá”, que tuvo lugar el 8 de febrero de 1937 en la carretera de Málaga a Almería, en la que miles de evacuados sufrieron el hostigamiento de las fuerzas sublevadas con un elevado número de víctimas sobre el que los historiadores no se ponen de acuerdo.

El Congreso no puede ser el foro donde se escriba la Historia ni mucho menos donde se reescriba. Esa es función de los historiadores. Pero aún menos pueden ser las Cortes el sitio donde se cancele una parte de la Historia, como pretende la izquierda con este tipo de iniciativas. La población civil sufrió en la Guerra Civil las barbaridades de ambos bandos contendientes. Y esta es una verdad incontestable, imposible de borrar, y hoy debemos asumirla para extender el reconocimiento a todas las víctimas de la brutalidad de nuestra guerra.

¿Acaso no sufrieron voladuras de minas y bombardeos aéreos y artilleros los civiles refugiados, mujeres, niños y ancianos, en el Alcázar de Toledo, el Santuario de Santa María de la Cabeza o en los reductos de Teruel? ¿Acaso no utilizó el gobierno republicano buques-prisión con prisioneros civiles para proteger sus puertos como en Barcelona o Vizcaya, según denunció reiteradamente la Cruz Roja Internacional? ¿Acaso la aviación republicana no bombardeó Cabra, una población sin objetivos militares, en día de mercado, como hicieron los alemanes e italianos en Guernica?

En este sentido, la tragedia de la “Desbandá” no puede servir para ocultar que, en su mismo escenario, las poblaciones costeras entre Málaga y Almería, ambas capitales incluidas, se contaron cerca de 4.000 personas asesinadas por las fuerzas del gobierno republicano en los primeros meses de la contienda. ¿Quién puede decretar el olvido sobre el asesinato de José María Hinojosa, amigo de García Lorca, poeta de la Generación del 27, introductor del surrealismo en España, fusilado en Málaga por las fuerzas del Frente Popular con su padre y su hermano, así como con el hermano del también poeta Manuel Altolaguirre?

Más llamativo resulta aún que se quiera recordar solamente la actuación de la flota franquista sobre la costa de Málaga a Almería aquel fatídico 8 de febrero de 1937, pero se olvide la operación de castigo que la armada republicana realizó el 24 de abril siguiente sobre la misma costa, bombardeando objetivos civiles con un número aún hoy indeterminado de muertos.

Dicha operación naval republicana no es un invento de ningún historiador “revisionista”, sino que fue detalladamente descrita por el jefe de la flota, Miguel Buiza, en un comunicado profusamente difundido por la prensa gubernamental. El diario “El Sol”, por ejemplo, se hizo eco de dicho comunicado en su primera plana el 27 de abril, cuatro días después de la operación. Según la nota del jefe de la flota, participaron en la misión contra las costas malagueña y granadina el acorazado “Jaime I”, los cruceros “Libertad” y “Méndez Núñez” y cinco destructores. Mientras dos de estos últimos se dirigieron a bombardear Málaga, el resto de la flota atacó Motril, abriendo fuego contra objetivos civiles, como la fábrica de azúcar y otros establecimientos industriales.

“Continuóse el bombardeo -prosigue la nota del almirante Buiza- a todo lo largo de la costa, de Motril a Torrox, tomándose también como objetivos la fábrica de azúcar de Almuñécar y Salobreña y los puentes de la carretera. El fuego fue intensísimo y los resultados perfectos. El bombardeo duró desde las tres a las seis de la tarde, haciéndose un millar de disparos. Los destructores que se destacaron a Málaga bombardearon con gran precisión el puerto y los depósitos de la Campsa”.

Sólo una mirada sectaria podría cancelar la realidad histórica de esta operación de la flota republicana, que durante tres horas seguidas realizó más de mil disparos sobre objetivos civiles en la misma costa de Málaga a Almería escenario de la “Desbandá”. Por eso, desde el Partido Popular jamás podremos apoyar ninguna iniciativa que condene al olvido a una parte de las víctimas de las barbaridades que se cometieron entonces por ambos bandos en esa costa durante la Guerra Civil.

Si el PSOE hubiera sido honesto a la hora de no excluir a ninguna víctima en su propuesta habría tenido nuestro apoyo. La costa de la “Desbandá” del 8 de febrero de 1937 no puede ser un lugar de memoria para unas víctimas y un lugar de olvido para otras, como las de la represión frentepopulista o las de la acción de castigo de la flota republicana del 24 de abril siguiente contra la misma costa. Ante esta sectaria propuesta, con pleno respeto y reconocimiento a una parte de esas víctimas, la de la “Desbandá”, el mismo que queremos para todas, nos abstuvimos en la votación.

Pero confiamos en que las autoridades reparen sobre el terreno esta arbitraria injusticia y acepten, en honor a la verdad histórica, el reconocimiento a todas las víctimas de la Guerra Civil en aquellos hermosos paisajes que guardan el recuerdo del dolor que la contienda provocó en tantos españoles, como lección permanente de concordia.

Jaime Mateu Isturiz

Portavoz de memoria democrática en la Comisión Constitucional.

Diputado del PP en el Congreso de los Diputados