Pedro Sánchez
Sánchez versus Hammurabi
«El presidente está centrado en la cumbre de la OTAN, pero al día siguiente moverá ficha y banquillo y quizá sea radical»
Hammurabi (circa 1810 aC-1750 a.C.) fue el sexto rey de Babilonia y estuvo en el trono 43 años, desde 1792 hasta su muerte. Famoso sobre todo por el código que lleva su nombre, una de las primeras series de leyes que se conocen y que admitía, en cierta manera el principio de presunción de inocencia, fue también un estratega notable que construyó un imperio en Mesopotamia. Algo de su genio político quedó en el código, en donde se puede leer que «el poder, según revela la historia, se desintegra siempre por luchas internas». Ayer, Pedro Sánchez, casi 3.800 años más tarde, celebró el cuarto aniversario de su acceso al poder y reunió a todos los parlamentarios socialistas a los que reclamó el tradicional cierre de filas cuando las cosas –las encuestas y otros asuntos– no pintan bien. En el PSOE temen que las elecciones andaluzas sea el principio del fin y muchos –sobre todo barones autonómicos en el poder– quieren salvar los muebles. No hay nada escrito, pero el miedo es libre.
Sánchez, aunque preocupado por Feijóo, está convencido de que puede seguir en La Moncloa tras las próximas elecciones generales. Su ex-gurú, Iván Redondo, por otros motivos, también lo cree. El presidente está centrado en la cumbre de la OTAN de Madrid, que quiere celebrar «a su mayor gloria», mientras que sus compañeros de Gobierno que lidera Yolanda Díaz, con Montero, Belarra y Garzón por libre y añorantes de lo soviético, sueñan con un fracaso. Tras la cumbre, con el resultado andaluz encima de la mesa, Sánchez moverá ficha y puede ser radical. Las «vices» Calviño y Ribera no son políticas y, eso, a veces, es una rémora. Calviño ha tenido algún encontronazo con su jefe, más por carácter que por otra cosa, pero no tendrá problemas. Ribera, que fue quien convenció al inquilino de La Moncloa de que nombrara a González Laya en Exteriores, lo tiene más difícil y el episodio Pegasus pasará factura a Margarita Robles y, en menor medida, a Félix Bolaños. Todavía no hay nada decidido. Primero la cumbre de la OTAN. Luego, como siempre, también contará la opinión de Begoña Gómez, la mujer del presidente. El líder del PSOE quizá no ha leído a Hammurabi, pero está decidido a impedir que su poder se desintegre por luchas internas. Sánchez versus Hammurabi.
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