Opinión

Pentecostés sangriento: «¡Christian lives matter!»

El pasado domingo, durante la celebración de la Misa de Pentecostés, irrumpieron en la iglesia de San Francisco Javier en Ondo, una localidad del suroeste de Nigeria, un grupo de hombres armados que dispararon a discreción sobre los fieles que llenaban el templo, ocasionando una terrible matanza con más de 50 personas asesinadas, entre ellos varios niños, y decenas de heridos. A nivel mundial está muy viva en la memoria colectiva la reciente matanza en la escuela de Texas, que provocó una ola de indignación y solidaridad con las familias de los 19 escolares asesinados junto a sus dos profesoras, y reabrió el eterno debate sobre la libertad existente en EEUU para adquirir y poseer armas de fuego.

Frente a ese impacto mediático mundial, contrasta el silencio casi absoluto ante la matanza de Nigeria. La UE enmudeció hasta anteayer, con las declaraciones por boca de Josep Borrell, responsable de política exterior, condenado el ataque. Esa ha sido también toda la respuesta de España. Ni una condena en el debate de candidatos en Andalucía celebrado al día siguiente, ni esta semana en el Congreso con la comparecencia obligada de Sánchez por el reciente contencioso sobre el Sáhara.

Nigeria es un país destacado en el ranking de matanzas a cristianos, con Boko Haram y las milicias étnico religiosas Filati como grupos que parecen actuar impunemente en el sur del país, de religión cristiana, frente al norte musulmán. El primer semestre del pasado año las estadísticas señalaron una media de 17 asesinatos diarios causados por estas sanguinarias bandas. Pero desgraciadamente, esas matanzas no suceden solo en el país centroafricano, sino que recorren no pocos lugares del planeta –Siria, Irak, India…– ante una indiferencia que demuestra que los asesinatos de cristianos parecen no interesar a la opinión pública ni a las formaciones políticas. Tampoco en el Occidente europeo, antaño denominado como la Cristiandad. Tras la crucifixión de Jesucristo, a lo largo de la Historia ha sido constante el acoso a los cristianos, que comenzó con la persecución de Nerón hasta llegar tres siglos después a la de Diocleciano, en una interminable lista de mártires que no cesa.

España también ocupa un lugar muy destacado en esa letanía de «testigos» que han dado la vida por la verdad del evangelio, con la persecución religiosa en la década de los años 30 del pasado siglo provocada por las fuerzas políticas y sindicales del Frente Popular durante la Segunda República. Habrá que salir a la calle repitiendo: «¡Christian lives matter!». ¡La vida de los cristianos importa!