Juan Carlos I de España

La transición de la Corona

Por estas mismas fechas de junio de 2014, estábamos viviendo en España la transición del Reinado de Juan Carlos I, al de Felipe VI. D. Juan Carlos había anunciado públicamente el 2 de junio, su voluntad de abdicar la Corona en su hijo el Príncipe de Asturias, tras 39 años de ininterrumpido ejercicio de la Jefatura del Estado a título de Rey. La proclamación de Felipe VI como su sucesor, se efectuó el 19 de junio ante las Cortes Generales convocadas y reunidas a esos efectos en el Palacio del Congreso de los Diputados. Una prueba inequívoca de la clara aceptación por parte del pueblo español de la Monarquía Parlamentaria como forma de Estado, lo constituyó la absoluta normalidad con que se desarrolló ese proceso, tanto a nivel institucional como a nivel social en la calle. El gobierno de la Nación presidido por Mariano Rajoy encontró en el líder de la oposición y secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba –así como en González y Zapatero–, a un político con auténtico sentido de Estado, lo que facilitó y posibilitó que esa transición se desarrollara en ese clima. No obstante, conviene no olvidar que los actuales socios de Sánchez en el Gobierno, intentaron mediante movilizaciones en la calle, que el 19 de junio se convirtiera en otro 14 de abril, convocando a esos efectos, crecientes concentraciones en la Puerta del Sol especialmente. Sin embargo, a medida que fueron pasando los días, se pudo comprobar que la España de 2014 no era la de 1931 en un tácito y notorio plebiscito popular de aceptación de la Corona como forma de Estado y de su dilatado ejercicio por D. Juan Carlos. Es oportuno y conveniente recordar estos hechos en la perspectiva actual, de un gobierno sanchista con unos socios que practican una deslealtad manifiesta en relación a la Institución de la Jefatura del Estado. Incluso se permiten un día sí y otro también criticarla, aludiendo a que «no es democrática» por no haber sido votada por los españoles, como si cuando se votó abrumadoramente la Constitución, los españoles ignoraran lo que votaban. Desde luego, tenían muy claro que no se votaba precisamente la Tercera República, sino la Monarquía parlamentaria encarnada en Juan Carlos I, de la dinastía histórica de la Casa de Borbón que ha reinado en España salvo excepciones, –franquismo y las dos desdichadas y efímeras repúblicas– durante los últimos trescientos años. Afortunadamente, ese delicado proceso de hace ahora ocho años, tenía al frente para gestionarlo a personas responsables. Es mejor no pensar lo que hubiese podido suceder de haber estado en las actuales manos la gobernación de España.