Gobierno de España
Lo que no veremos porque no es una mujer de la derecha
El «hermana, yo sí te creo» pisoteado por las que nos dan lecciones a todas y todos de igualdad y feminismo
El pasado jueves por la noche se convocaron las primeras caceroladas en la puerta del domicilio de la dirigente política, de derechas. Manifestaciones improvisadas el viernes y la gran protesta el domingo. La izquierda en bloque ha salido a condenar los hechos, y ha responsabilizado directamente al presidente nacional del partido de ser cómplice de los abusos. A la cabeza del levantamiento estaban la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y sus competidoras en Podemos, las ministras Irene Montero e Ione Belarra. Y el «mesías» de los «morados» ha pontificado por sus canales habituales contra «la repugnancia de un delito mucho más grave que la corrupción porque afecta a una mujer y además en una situación de especial vulnerabilidad». Nada falta en la movilización de una izquierda que, por fin, ha encontrado un punto en común para levantar la voz por la misma causa, aunque también compita por ver a quién se le escucha más y a pesar de que Podemos esté ya calculando cuál es el mejor momento para abandonar el gobierno de coalición. Este PSOE, esta vicepresidenta y lideresa del nuevo proyecto de sumar en la izquierda, y Podemos no toleran que la derecha machista calle y proteja a una política de las suyas que acaba de ser imputada.
Así hubiera sido su reacción si no fuera porque la política imputada, con un ex marido condenado por abusar de una menor que estaba protegida en un centro tutelado, no es de derechas, sino de izquierdas. Entonces toca el silencio, medir el coste de oportunidad político y electoral, y hacerse un «Rajoy» con aquello de que hay una conspiración de los jueces contra ellos. Rajoy, por la Gürtel; la izquierda, para proteger a Mónica Oltra de su incoherencia personal y política, y de estar acusada por la Fiscalía de delitos tan graves como encubrimiento, prevaricación, malversación impropia, abandono de menores y omisión del deber de perseguir delitos para, presuntamente, protegerse o proteger a su ex pareja. Un educador condenado a cinco años de prisión como autor de un delito continuado de abuso sexual contra una menor de edad, que cometió cuando trabajaba en un centro tutelado por la consellería que dirigía la que entonces era todavía su mujer y hoy es vicepresidenta de la Generalitat valenciana. El «hermana, yo sí te creo» pisoteado por las que nos dan lecciones a todas y todos de igualdad y feminismo. Y todo por un erróneo cálculo de votos y el miedo a perder un Gobierno autonómico.
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