
Política
La caída de la tostada
El gobierno parece seguir sin hacer pie y en algunos casos dando auténticas brazadas de desesperación
Complicado dato el del IPC de ayer –esas cosas tan de casa– en plena cumbre OTAN. Suele ocurrir cuando se atisban posibles cambios de ciclo político –no me atrevería aún a asegurar que ese camino sea ya irremisible en la España actual– que a los gobiernos en proceso de creciente calcinamiento la tostada se les cae al suelo siempre por la parte de la mantequilla. Todas las grandes previsiones y esos momentos en los que puede sacarse pecho ante la opinión publica acaban siendo solapados por alguna inesperada fatalidad. El presidente Sánchez hace justo ahora un año daba un golpe de timón a su singladura en la Moncloa optando por una más que profunda crisis de gobierno que inesperadamente se cobraba las cabezas de los nombres más relevantes en cuanto a perfil político y supuestamente más cercanos al jefe del ejecutivo. Se trataba de recuperar la iniciativa perdida tras el descalabro electoral de los comicios madrileños, cosa que no se consiguió hasta la llegada de algo tan ajeno a la acción de gobierno como fue el terremoto en el PP a propósito de la guerra fratricida Casado-Ayuso. Hoy, con los populares en alza tras la llegada de Núñez Feijóo y la victoria aplastante de Juan Manuel Moreno en Andalucía, el gobierno parece seguir sin hacer pie y en algunos casos dando auténticas brazadas de desesperación, no tanto por la ausencia de estrategia centrada en la necesidad de dar respuestas a una sociedad zarandeada especialmente por la crisis económica, como por esa a veces inmisericorde fatalidad que le acaba chafando la puesta de largo de iniciativas estrella y que le impiden recuperar una credibilidad cada día más cuestionada encuestas en mano.
Sánchez tuvo su hora de gloria con Biden y la cumbre de la OTAN será un éxito, entre otras cosas porque España sabe organizar este tipo de eventos, pero sus prolegómenos quedaron nublados por los trágicos acontecimientos en la valla de Melilla. Mucho más gráfico fue el «papelón» a la hora de presentar la ley «Trans» aprobada en consejo de ministros coincidiendo con los fastos del orgullo gay y preparada a mayor gloria de una ministra de Igualdad, que tuvo que contemplar como en su «día grande» los periodistas solo le preguntaban por la tragedia de Melilla, cuestión a la que por cierto tampoco se le permitió contestar. Habrá más tostadas cayendo por el lado de la mantequilla y lo peor es que ni siquiera se atisba cuáles serán.
✕
Accede a tu cuenta para comentar