Pedro Sánchez

Quien tiene el BOE, tiene el poder

Sánchez lo ha hecho muy bien en la Cumbre. En lo demás, no tanto

Pese al entusiasmo de la propaganda gubernamental ni Pedro Sánchez creó el Prado ni estuvo detrás de la construcción del Palacio Real ni participó en el desarrolló de las instalaciones del IFEMA ni, mucho menos, es el responsable de la renovación del parque hotelero de Madrid. Pero, dicho esto, hay que reconocer que lo de la cumbre de la OTAN le ha salido muy bien y es de rigor reconocerlo. Nos sirve, además, para constatar que cuando se emplean con tino los grandes recursos culturales e institucionales de una nación milenaria como es España, las cosas funcionan y la sociedad, en general, prospera. Por otra parte, no son pocos, incluso entre nuestros propios ciudadanos, los que han «descubierto» la Pinacoteca nacional por excelencia, excelentemente regida por su Patronato, guardiana de nuestra memoria común. Y si un inglés culto es capaz de estremecerse ante el Carlos de Tiziano y un francés se detiene frente al retrato familiar de Carlos IV, conscientes de lo que representan para su propia historia, cabe preguntarse si la ley de Educación que se ha sacado de la manga nuestro amado líder no impedirá a nuestros hijos y nietos reconocer y reconocerse en esas pinturas, testimonios de unas peripecias borradas de los libros de texto. Porque no se entiende bien que, puestos a quedar como príncipes ante los grandes mandatarios del mundo, tirando de los oropeles del pasado, se hurte a las nuevas generaciones de españoles ese mismo pasado, el que nos llevó a descubrir a la humanidad cómo era realmente el mundo, para sumergirlas, sin miramientos ni preparación, en los horrores de nuestras guerras civiles, aunque ni siquiera estén convenientemente incluidas las tres carlistas y las que precedieron a las independencias americanas. Así, la nación acabará por desvanecerse, la sociedad perderá sus anclajes y los hijos de España no se identificarán en un mismo relato, ese que nos dice que nacimos a la historia del mundo como romanos y que Roma está tan metida en nuestra entraña que nos hizo inmunes a ocho siglos de Islam. Que Boris Johnson, si se quiere, un calavera, contemplaba en el emperador Carlos a uno de los primigenios forjadores de Europa, la que con tanto ahínco su pueblo ha tratado de fragmentar. Y no debería nuestro presidente del Gobierno, al que, por cierto, se insulta en demasía, precaverse de supuestas conspiraciones de índole inicua, con innominados poderosos operando en concierto para destruirle. No. El poder lo detenta el que dispone del BOE, y ese es Pedro Sánchez. Tal vez, si releyera pausadamente lo allí publicado, ese centenar de leyes, decretos y órdenes ministeriales producidos por su gobierno, con desprecio de más de la mitad de la población, comprendería que no hay malvados empresarios y periodistas trabajando en las sombras para procurar su mal. Que son muchos más quienes no quieren que se siga con esa ingeniería social que ni siquiera se sabe que pretende. Esas políticas que olvidan que se gobierna para el conjunto de los individuos de una comunidad y no desde la multiplicidad de intereses, convicciones o sentimientos de las minorías. Que el Prado, el IFEMA, el Palacio Real, los hoteles de lujo de la Castellana, la gastronomía y, si se quiere, las alpargatas... son el modelo a seguir. Lo demás es ir cayendo, elección tras elección, hasta la derrota final.