Política

El club privado Falcon-Airbus

Se interfiere en la libre competencia excluyendo por ejemplo a todas las cadenas privadas de radio, pero incluyendo solo a una, no precisamente crítica con el gobierno

Aunque no sea habitual, este va a resultar un artículo de opinión no exento de datos contantes y sonantes por parte de quien dedicó gran parte de su carrera profesional a seguir por lo largo y ancho de España y el mundo –87 países– a los presidentes González, Aznar, Zp y Rajoy. El actual jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, iniciaba ayer una importante gira por Latinoamérica abriendo el curso político y con la atractiva percha de venderse como punta de lanza europea en esta importante zona en la que España, a pesar de su actual pérdida de peso internacional lleva cuatro décadas siendo puente entre Europa y cuatrocientos millones de almas que hablan castellano. Pues bien resulta que la importancia de esta gira de Sánchez por Colombia, Ecuador y Honduras ha tenido curioso reflejo en el particular criterio de selección de Moncloa a la hora de decidir en un lamentable «pinto pinto gorgorito» que medios entre los habituales que siguen al presidente podían acompañarle en el avión oficial que, dicho sea de paso, pagamos todos los españoles.

Los dos Airbus de la fuerza aérea fueron comprados de segunda mano por el gobierno de Aznar a Air France por 25 mil millones de las antiguas pesetas jubilando al viejo Boeing, mismo modelo que usaba Kennedy en los 60 y que por aquello del ahorro todavía transportaba a presidentes españoles…y a prensa de izquierdas y derechas hasta los 90. Los nuevos Airbus permitían ya en muchas ocasiones que esa prensa habitual acompañara al presidente en viajes complicados de escalas como el que ayer se iniciaba y si la delegación oficial era numerosa y escaseaban las plazas, sencillamente se alojaba a la radio y la televisión publicas y la agencia EFE que asumían la cobertura para los medios privados ergo, todos contentos y discriminación cero. Ahora, sin embargo, de manera descaradamente arbitraria, se interfiere en la libre competencia excluyendo por ejemplo a todas las cadenas privadas de radio, pero incluyendo solo a una, no precisamente crítica con el gobierno –imaginen cuál– y quebrando la obligación de imparcialidad del Ejecutivo frente a la prensa cuando se trata de un avión oficial que pagan con sus impuestos los oyentes y lectores de todos los medios. Cabe esperar que la gira de Sánchez acabe siendo un éxito, aunque alguien en Moncloa todavía pretenda fiarlo a las viejas mañas del pastoreo mediático. Inmenso error.