Guerra en Ucrania

Fronteras

Si España no figura ya en esta lista del escudo antimisiles europeo tiene que ver, una vez más, con las dos almas de nuestro Ejecutivo de coalición, enfrentadas por casi todo

En las fronteras de los países confluyen los conflictos crónicos, las grandes heridas, las desigualdades abismales entre culturas. El ejemplo más dramático lo tenemos hoy en la frontera entre Rusia y Ucrania. El límite entre uno y otro difiere radicalmente, según la versión del invasor y del invadido.

De un tiempo a esta parte, el ejército ucraniano ha conseguido sobre el terreno –a base de pundonor y armas occidentales– convertirse en una especie de David contra el Goliat ruso. Y en el ámbito diplomático, más de lo mismo: por una aplastante mayoría, la ONU ha reconocido explícitamente que cuatro de sus provincias han sido ocupadas ilegalmente por las tropas de Putin. También la Unión Europea, por boca de Josep Borrell, se dirige esta semana al presidente ruso en su mismo idioma: «si él no va de farol, nosotros tampoco; si se produce un ataque nuclear, las tropas rusas serán aniquiladas». En este nivel de confrontación extrema nos encontramos, amigos.

Y en este contexto, resulta que Alemania promueve un escudo antimisiles europeo, una protección de nuestro cielo ante cualquier amenaza aérea o espacial (visto lo visto, no parece mala idea). Cuentan los germanos con 14 aliados de la OTAN, además de Finlandia. «Alemania no ha tratado con España esta cuestión», explican desde Defensa. Y añaden que nuestra lejanía de Rusia justifica que no estemos en ese proyecto, como tampoco lo está Francia. Esta que os escribe no se cree del todo las explicaciones oficiales de Moncloa. Si España no figura ya en esta lista del escudo antimisiles europeo tiene que ver, una vez más, con las dos almas de nuestro Ejecutivo de coalición, enfrentadas por casi todo. ¿Lo aprobaría Unidas Podemos? Si ya se revolvieron sus ministros por el incremento de la partida dedicada a Defensa en las próximas cuentas, imaginad cómo reaccionarían ahora.

Ahora mismo, lo que urge en el Ejecutivo es hacer campaña, poner el acento en el gasto social para convencer a ese electorado desencantado, descreído, apático. Cada semana, de hecho, el Gobierno nos va desgranando por entregas su plan de ahorro energético. El martes pasado anunciaron un plan de contingencia muy escaso de letra pequeña, ayer Pedro Sánchez informó en el Congreso de que 3.000 millones del presupuesto irán destinados a ayudar a familias vulnerables. Y el martes que viene, de nuevo nos anunciarán otro tramo de medidas anticrisis.

Volviendo a la dificultad de las fronteras, poca broma con Marruecos y su última carta a Naciones Unidas. Marruecos, ese país aliado de Estados Unidos que, de cuando en cuando, nos castiga, nos ningunea o nos ofende, llamando «presidio ocupado» a Melilla (aunque luego haya rectificado). Marruecos, ese vecino incómodo con el que estamos abocados a guerrear desde la diplomacia.