A pesar del Gobierno

Garzón y el deber

La Razón
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Mientras esperamos que el ex juez Garzón, que tanto aprecia al Gobierno argentino, nos diga si la confiscación de YPF es justa, podemos entretenernos con un artículo suyo en el cual, a propósito de su absolución en el caso del franquismo, sugiere que le han maltratado porque defendió la justicia.

Resulta cuestionable la apelación a la justicia universal, la verdad histórica y la reparación de las víctimas cuando se trata del dogma asimétrico de los derechos humanos, una causa cuyo campeón es precisamente Garzón, que persiguió a Pinochet pero nunca le tosió a Fidel Castro. Un juez que habla de la represión franquista pero nunca le tosió a nadie del otro bando. Uno comprende su reverencia hacia la ONU, la misma ONU en cuya comisión de los derechos humanos brillaron los regímenes cubano o libio, entre otras dictaduras. Parece una fábula, pero con una moraleja clara: lo malo es el capitalismo y lo bueno el socialismo. Garzón extiende con arrogancia sus tópicos a todos los ámbitos: en su buenismo solemne de "recuperación ética y defensa de los débiles"replica los tópicos de la izquierda hasta en economía, y deplora que los gobernantes hayan decidido "obviar fórmulas alternativas de salida de la propia crisis, basadas en el crecimiento y no en los recortes". Pereza de tíos, oiga. Pretende identificarse con Mandela y la idea de cumplir con el deber, pero Garzón fue expulsado de la justicia precisamente por no haberlo hecho.