No es lo que parece
Perplejidad con el Sáhara
La mejor manera de no caer en la ceremonia de la confusión es no decir nada o decir poco. O al menos parece que ésa es la lección que el PP ha aprendido de la gestión que el Gobierno está haciendo de la crisis del Sáhara. Eso, o que el "arriolismo"ha extendido también sus tentáculos a la política internacional del principal partido de la oposición. En algunos sectores populares se observa con perplejidad la tibieza que su dirección nacional está mostrando en este asunto. No entienden que no metan el diente y que hasta ahora hayan dejado en manos de segundos niveles las reacciones políticas a una cuestión en la que la opinión pública está mayoritariamente en contra de Marruecos. Oficialmente se alega que como alternativa de Gobierno, el PP tiene que ser responsable y no caer en la demagogia. Pero el problema, según los críticos, es que "con tanto medir el paso, acabas trasladando el mensaje de que tú no harías una cosa muy distinta a la que está haciendo el Gobierno, aunque le critiques con la boca pequeña". Esa "responsabilidad como alternativa"que ahora se esgrime ya se exhibió también con motivo de la antepenúltima crisis con Rabat, cuando este verano inició una campaña contra las Fuerzas de Seguridad del Estado desplegadas en Ceuta y Melilla. Y ya entonces sorprendió dentro del PP la foto que algunos miembros de la dirección, como Jorge Moragas, se hicieron con una delegación del Istiqla, que preside el primer ministro marroquí, Abas el Fassi. Y no menos chirriante resultó que el mensaje se resumiera en aquello de que lo importante es destacar lo que hay en común con Marruecos.
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