No es lo que parece
Zapatero trabaja para CiU
Puede que el título que encabeza este apunte suene a "boutarde", pero me ajusto a los hechos. La cosecha que ha sacado el presidente del Gobierno de aquella semilla que plantó para que creciera el monstruo del Estatuto catalán no puede ser más pobre: el mayor garante de la constitucionalidad de las leyes ha dicho que es inconstitucional; ha alimentado la serpiente del soberanismo; ha colocado a su máximo representante allí, a José Montilla, en una situación imposible; y ha echado por tierra su buena imagen en Cataluña, ya no suma, ya no es la gran paloma blanca, sino el símbolo de la supuesta frustración que la élite política catalana dice que sienten sus ciudadanos. Sólo hay un explicación, por tanto, a tal desastre: y es que el presidente del Gobierno se sienta en la necesidad de rectificar aquella promesa incumplida a Artur Mas de que dejaría gobernar a la lista más votadas en las elecciones autonómicas de hace cuatro años. Y que quiera que ahora gane CiU, hacer, así,las paces y contar con sus votos en el Congreso de los Diputados para superar el trago de los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE). Puede que suene a "boutarde", insisto, pero si no es que no hay quien entienda lo que ha pasado. Y si hay otro hecho cierto es que aquí en Madrid tiene más valor la votación de esos PGE que quién gobierne en Cataluña, aunque una derrota complique el camino electoral hacia las autonómicas y municipales.
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