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Tribuna

Carta al Presidente del Gobierno

Apelamos a la diplomacia y al principio de responsabilidad para construir una paz estable basada en el respeto mutuo y la memoria histórica

Sr. Presidente, me dirijo a usted con el peso de la memoria y la voz de mi generación, quienes crecimos escuchando historias de expulsiones y persecuciones, del horror del Holocausto y, más recientemente, de los atentados del 7 de octubre de 2023. Al calificar a Israel de «Estado genocida» en el Congreso el pasado 14 de mayo –coincidiendo con el 77.º aniversario de su fundación como hogar nacional del pueblo judío–, ha reavivado acusaciones que creíamos enterradas para siempre.

Como judío español, como nieto de supervivientes y amigo de jóvenes secuestrados en Gaza, siento en mi piel el eco de una acusación tan grave como injusta. No hablo solo en mi nombre: lo hago también en el de todos los jóvenes judíos en España que creemos en la dignidad humana y en la memoria histórica como cimiento imprescindible para construir la paz. Sus palabras desdibujan la línea que separa la denuncia legítima de la difamación y convierten en cómplices injustos a millones de inocentes.

Días después de su comparecencia en el Congreso, en el marco de un evento cultural cuyo objetivo era tender puentes entre pueblos a través de la música, la Radio Televisión Española (TVE) optó por la parcialidad, deshumanizando a una de las partes del conflicto e instrumentalizando demagógicamente a la otra. Lejos de acercar posturas y favorecer la paz, esta actitud deja a la intemperie a más de 15 millones de judíos –entre ellos, ciudadanos españoles– expuestos a la demonización. Observamos con profunda preocupación cómo desde instancias oficiales se descontextualizan y silencian, en favor de narrativas nocivas, los hechos que marcaron el inicio de estos más de quince meses de sufrimiento: el secuestro de más de 300 personas, incluidos bebés de apenas nueve meses y ancianos, y la ejecución de más de 1.200 seres humanos. No fueron solo ciudadanos israelíes o judíos; también ciudadanos árabes de Israel y trabajadores extranjeros fueron víctimas del odio y la barbarie aquel 7 de octubre. Desestimar estos crímenes pone en entredicho la capacidad del Estado para actuar como interlocutor honesto en la búsqueda de la paz.

Quienes representamos a la juventud judía de este país crecimos creyendo en la promesa de una España democrática, plural y comprometida con los derechos humanos. Hoy, muchos de nosotros nos sentimos huérfanos institucionales, sin referentes que defiendan nuestra dignidad cuando más lo necesitamos. Nos duele que quienes deberían protegernos se conviertan, por acción u omisión, en amplificadores de discursos que nos despojan de nuestra humanidad y de nuestra historia. Cuando el antisemitismo se disfraza de crítica legítima, y el silencio se vuelve cómplice, el daño resulta profundo y duradero. Usted puede y debe ponerle freno.

Señor Presidente, como cabeza visible de un país que se enorgullece de ser «puente entre culturas», su voz puede edificar o derruir esos mismos puentes. Hoy, lamentablemente, está minando nuestra confianza en el compromiso de España con la tolerancia y la justicia. No reclamamos privilegios; exigimos un discurso fundado en la verdad y el rigor intelectual. Si se van a denunciar violaciones de derechos humanos, hágalo con pruebas, con contexto y sin estigmatizar a todo un pueblo. Desde la misma tribuna en la que pudo haber celebrado el regreso de Edan Alexander –un joven de 21 años que permaneció 584 días cautivo en manos de Hamás–, le insto a exigir la liberación sin condiciones de los rehenes secuestrados el 7 de octubre y a trabajar decididamente por poner el fin de esta guerra.

Además, solicitamos al gobierno de España respaldar las reivindicaciones de Israel, condicionando todo alto el fuego a la liberación inmediata de todos los rehenes y a la desarticulación completa de Hamás como organización terrorista. Rechazamos cualquier medida que favorezca su supervivencia militar y exigimos la desmilitarización efectiva de Gaza. Solo así se podrá garantizar la seguridad y la justicia para todas las víctimas.

Apelamos a la diplomacia y al principio de responsabilidad para construir una paz estable basada en el respeto mutuo y la memoria histórica.

Esta carta es un acto de denuncia y la voz de todos los jóvenes judíos en España que creemos que el discurso público debe sanar, no agravar, las heridas del mundo. Le pedimos que reflexione, rectifique y eleve su palabra para unir, no para herir. Porque cuando un presidente habla, millones de personas escuchan: usted tiene el poder de cerrar viejas cicatrices y construir una paz duradera.

Con esperanza en la reconciliación y en la fuerza unificadora de la palabra,

un joven judío español.

Representación de los jóvenes judíos en España - FEJJE