Política
A imagen y semejanza de Sánchez
Pedro Sánchez se acostó el 28A revalidando la presidencia de gobierno y erigiéndose como líder indiscutible del panorama político español, pero en menos de tres meses ya no parece tan victorioso, ni alguno de los derrotados tan perdedores.
Iglesias perdió la mitad de sus diputados, sufrió deserciones tan importantes y amenazantes como la de Errejón y ha visto como Rivera ha sufrido una importante ofensiva mediática presionando para que recupere el sentido común y los pactos de gobernalidad circulen por el carril central, lo que viene a ser lo mismo que decir que a Podemos no se le desea ni una micra de poder.
Sin embargo, el líder podemista ha dado la vuelta a su derrota electoral, más por torpeza de Sánchez y de Iván Redondo, que por mérito propio. El presidente se engolosinó con nuevas elecciones y cuando se dio cuenta de que a la lechera se le cayó el cántaro al suelo y, con ello, se esfumó la leche, el dinero, los huevos, el pollo, el lechón y el ternero, era demasiado tarde y el pánico a poner en riesgo la Moncloa se ha apoderado de la dirección socialista.
Iglesias ha demostrado que es buen jugador de póker y que es un tipo que sabe anteponer la inteligencia a su ego, algo de lo que tampoco anda escaso. Ha entendido perfectamente la estrategia de su rival y ha demostrado que, en política, no vales según lo que tienes sino según lo necesario que seas.
Ha ayudado un segundo error de Sánchez: pensar que el adversario actuaría como hubiese actuado él. De hecho, era impensable para el líder socialista que Iglesias renunciase a formar parte del gobierno para desbloquear la entrada en el gabinete de su formación política, porque él nunca hubiese hecho nada parecido, para Sánchez, lo primero debes ser siempre Sánchez.
Han saltado a la palestra algunas opiniones de gente próxima a las posiciones de IU y Podemos alertando sobre el error fatal que entrar en el gobierno supondría para la “auténtica izquierda”. Sin embargo, el riesgo de verdad es para el PSOE.
Con un gabinete de coalición, los podemistas se barnizan del carácter institucional que nunca han tenido los comunistas revolucionarios, pasando, gracias a un decreto de nombramiento, de asaltantes de los cielos a ministros de España.
Por otra parte, el líder morado ha demostrado que, en el regate corto, hoy por hoy, es superior. Un gobierno bicolor, nacido de la desconfianza y con un Pablo Iglesias ocioso, puede ser un auténtico calvario para Sánchez que nunca ha sabido empastar equipos ni salvar las embestidas de los morados.
Un eventual acuerdo PSOE-Podemos es una mal negocio que los socialistas hubieran podido evitar de dos maneras: evitando la escalada de confrontación con Ciudadanos y, sobre todo, no creyendo que todo el mundo está hecho a imagen y semejanza del líder socialista.
La jugada de Pablo Iglesias renunciando personalmente para blindarse colectivamente ha sido muy inteligente, pero debería haber formado parte de los escenarios posibles.
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