César Lumbreras
¡A por el azúcar!
Las medidas fiscales anunciadas por el Gobierno han caído mal en los tres sectores agroalimentarios afectados, especialmente los de bebidas alcohólicas y refrescantes. En el caso del primero, hay ya una subida de impuestos, lo mismo que en el tabaco. Para el segundo, las bebidas «azucaradas», el Gobierno remitirá a las Cortes un Proyecto de Ley para crear un impuesto con el que se pretenden recaudar 200 millones de euros al año.
En síntesis, se trata de gravar a las citadas bebidas refrescantes porque llevan azúcar. El ministro Montoro, vaya cara, dice que esta medida no tiene afán recaudatorio, sino que se ha adoptado, al igual que en otros países, por motivos de salud y sanitarios con el pretexto de que su abuso dispara la obesidad.
Desde la Junta de Castilla y León han puesto el grito en el cielo, lo mismo que las organizaciones agrarias y las empresas azucareras.
Ya era hora de que estas últimas se percatasen de lo que está pasando con el sector. Durante los últimos años se han multiplicado los informes científicos que alertan de los peligros de consumir azúcar. Por otro lado, en algunos países se han creado impuestos especiales para este producto y sus derivados.
Era cuestión de tiempo que la ola llegase aquí. Sin embargo, en el sector remolachero- azucarero, o no se enteraban de la situación o no querían enterarse.
Especialmente grave es el caso de la cooperativa Acor y de su equipo directivo encabezado por Carlos Rico, que han vivido hasta ahora en la inopia y al margen de lo que sucedía en el mundo. Es de suponer que ahora se habrán caído del burro.
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