Lotería de navidad

Sevilla

Agraciados por el (no) premio

La Razón
La RazónLa Razón

Los compromisos navideños, los de toda índole, se enmarcan en la lógica implacable del «un-día-más-un-día-menos» que jalona la existencia humana. Quizá sea cosa más acusada en estas fechas de tradiciones en bucle. Las comilonas que con cualquier tipo de excusa se prolongan durante un mes, desde el puente de la Purísima hasta la Epifanía, constituyen los obstáculos, cual hercúleas tareas, que el festejante debe superar para poder descansar en paz cuando pasen los Reyes. No es cosa sólo de la vida social, sino también de la profesional. (La jodienda para el escribano diario es que los respiros obligatorios del 24 y el 31 coinciden en este 2016 con el fin de semana.) A lo mejor resulta que cierta sensación de inmutabilidad nos sirve de consuelo en esta época de vértigo. Ayer se sorteó la lotería de Navidad, que da para una columna anual y también para miles de historias, tantas como jugadores. El Gordo tocó en Madrid, para alivio de este servidor, porque no hace mucho cayó el primer premio en Roquetas de Mar y quiso un jefe desaprensivo improvisar una cobertura para la que se requería, y él lo ignoraba, un viaje de más de cuatro horas por carretera desde Sevilla. «Hay menos kilómetros entre tu despacho y Bilbao», me escaqueé con el dato riguroso por delante sin que la evidencia geográfica doblegara su tozudez. Comprenderá así el lector el alivio del reportero cuando los agraciados residen lejos de Andalucía... Una trabajadora por horas, al empezar ayer su jornada laboral, también explicaba sus razones para no anhelar la suerte. «Es que se me iba a caer el brazo de los cortes de mangas que iba a dar y no me quiero quedar manca». Y el bombo la complació con una (no) recompensa de cero euros. Total, que ya va quedando menos para el maravilloso 7 de enero.