Alfonso Ussía

Alfonso Ussía

La Razón
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Me lo ha preguntado un inteligente amigo colombiano. En Colombia se habla un español prodigioso que mantiene giros de nuestro Siglo de Oro. Se habla un español más culto que en España, y eso dice muy poco a favor de la educación española. Y no me refiero a las clases altas. Un campesino, un recolector de café, un ciclista o un torero de Colombia hablan un precioso español. El español, no el castellano, que como decía Cela «es el bello español que se habla en Castilla». Y cuidado con los andaluces. En Andalucía se pronuncia el español a su manera, pero es muy difícil hablarlo como ellos, y más aún escribirlo.

El escritor andaluz nace con la poesía puesta, como el castellano, gracias a la toponimia. Castilla es la mística, y Andalucía, la desmedida del talento. Pero vuelvo a la pregunta. Mi amigo colombiano me la ha formulado: –¿Por qué razón en las señales de tráfico se anuncia «A Coruña», y no «A Barcelona», «A Santander», «A Sevilla» o «A Valencia»?–. Le he tenido que explicar que lo de «A Coruña» fue un error sandio de Fraga Iribarne, porque «A Coruña» se dice en gallego pero en español se ha dicho y escrito de siempre «La Coruña». El entonces alcalde de La Coruña, el buen socialista Francisco Vázquez se opuso a ello, pero Fraga y el PP quisieron ser más autonómicos que las autonomías e hicieron oficial el estúpido dislate. Como en Cataluña con «Girona» y «Lleida», que son en español Gerona y Lérida. Como en el País Vasco con «Bilbo» y «Donostia», que en español son Bilbao y San Sebastián. Si alguien dice «me voy mañana a London», el que lo dice es un cursi redomado. En español se va a Londres y en inglés se viaja a «London». Todo en su punto y en su medida. Después de tan extensa justificación, mi amigo colombiano ha emitido la sentencia: «Allá vosotros con vuestras majaderías».

En Televisión Española, se dice «Fisterra» en lugar de Finisterre, «Lleida» y «Girona», y por supuesto «A Coruña». También «Hondarribia» y no Fuenterrabía, y demás bofetadas contra el idioma común, común no sólo para España sino compartido por más de cuatrocientos millones de habitantes de este extraño y conflictivo mundo. El hispanoamericano que ve la señal de tráfico «A Coruña» interpreta el valor de la preposición. Que efectivamente por ahí se va a La Coruña y no a Sevilla. Resulta complicado explicar el desaguisado de nuestra cursilería autonómica.

Me han regalado un libro precioso. Se titula «Héroe, Fragata y Bandera», y lo ha editado el Real Club Marítimo del Abra - Real Sporting Club. La entrega de la Bandera de Combate en Guecho a la fragata de la Armada «Blas de Lezo». El «Marítimo», que así es conocido, se volcó en la ceremonia. Y culminada la entrega de la Bandera, cuya madrina fue la Princesa Ana de Francia, duquesa de Calabria, la fragata «Blas de Lezo» navegó hasta Pasajes y allí depositó, después de una ceremonia religiosa a bordo –Bildu y el PNV se opusieron al homenaje–, una corona de flores con la Bandera de España sobre las aguas pasaitarras. Blas de Lezo ha sido uno de los grandes héroes de nuestra Historia, el formidable marino que defendió la soberanía de España en Cartagena de Indias ante la más poderosa escuadra inglesa de la Historia, comandada por el derrotado almirante Vernon. Y el libro se abre con una cariñosa y agradecida dedicatoria del Rey al Real Club de Guecho que organizó el acto memorable. Y lamento escribir que el Rey erró en la redacción. Escribe con gratitud la dedicatoria de su fotografía. Viste el uniforme de Capitán General de la Armada. Y redacta en español. Pero cae en la confusión autonómica, y escribe «Getxo» en lugar de Guecho y «Bizkaia» en sustitución de Vizcaya. De haberlo redactado en vascuence no tendría importancia alguna. Pero si el Rey de España cae en la trampa del desbarajuste semántico y autonómico, lo de «A Coruña», «Fisterra», «Bilbo» y «London» deja de tener importancia cultural. Si el Rey lo dice, el Rey acierta.

Pues sinceramente, en este caso, no. Contribuye al lío.