Julián Redondo
Aliento en el cogote
El 20 de diciembre de 2014, el Real Madrid culminó en el Gran Estadio de Marrakech un año apoteósico, al derrotar al San Lorenzo de Almagro en la final del Mundial de Clubes. Carlo Ancelotti firma una temporada sobresaliente: Copa, la «Décima» y la Supercopa de Europa. Hollada esa cima en Marruecos, sobrevino un fenómeno que admite la calificación de relajación total. En vísperas de Nochevieja, bolo en Dubái. El Madrid había hecho todos los deberes hasta ese instante; sumaba 22 victorias consecutivas en Liga, más el triunfo del Mundialito, y se tomó el encuentro a beneficio de inventario. El Milan jugó como si el encuentro fuera oficial y por su entrega e intensidad se notó. Ganó 4-2. En el Bernabéu, todas las derrotas afectan, pero ésta no tuvo efectos secundarios, salvo porque fue el principio del fin de una racha colosal.
Comienza 2015 con la visita a Mestalla y se trunca la racha. La victoria del Valencia escoció. Ancelotti no pierde la calma ni la compostura, ni siquiera cuando le sobreviene la eliminación de Copa a manos del Atlético, su bestia negra. El batacazo sienta peor en el palco que en el vestuario porque el fracaso llega precedido de un 2-0 en el Calderón. Ancelotti, que debe percibir problemas y fatiga en el equipo, no celebra la eliminación, pero le falta poco para el brindis. El cansancio trasciende, pero los triunfos frente al Espanyol y el Getafe lo maquillan, hasta que en Córdoba la imagen del equipo es paupérrima y la victoria, agónica. Entre sus perseguidores destaca el Barça, que ha recuperado al mejor Messi y juega mucho mejor. Siente el aliento en el cogote. El Atlético gana como gana, según costumbre; tampoco se despega. Ojito con la siesta.
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