Irene Villa

Ambos tienen derecho

El modelo de familia ha variado. Ya no todas tienen al padre y a la madre bajo el mismo techo. A pesar de esta circunstancia, debida en gran medida a la independencia de la mujer, principalmente económica, que hace no necesitar seguir viviendo con el padre de sus hijos si éste rompe el compromiso que supone el matrimonio, o viceversa, no creo que la familia esté en crisis, como se dice. Creo, en cambio, que han nacido nuevos modelos de familia. Y ante ellos, las mentes y las leyes deben abrirse en beneficio de todos los miembros del hogar roto o, mejor, reestructurado. Sabemos que la familia tradicional, mientras se viva en armonía y amor, eso sí, es el seno ideal para crecer sano y feliz. Hay estudios que demuestran que los hijos nacidos de un matrimonio feliz tienen menos riesgo de caer en las garras de las adicciones que quienes tienen familias desestructuradas. Luego lo beneficioso para una sociedad pacífica, y hasta el utópico fin de las dependencias insanas, empezaría quizás también por ese modelo, ya casi en desuso, llamado familia tradicional. Pero son muchas las veces en las que un divorcio ayuda a todos sus miembros a recuperar su equilibrio, e incluso la felicidad. Por ello, que la custodia compartida deje de ser una excepción es algo positivo, especialmente para los padres, que solían ser los peores parados a la hora de una separación. Es cierto que es importante una buena educación, pero el cariño, que es lo fundamental, lo puede dar tanto el padre como la madre. Ambos tienen derecho.