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Amenazas

La Razón
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Para Sigmund Freud, el primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización. Lo que no imaginaba Freud es que la lapidación se profesionalizaría y, lo que es peor, que las autoridades que deberían erradicarla, la normalizarían con un descaro que asquea. En una metamorfosis digna del kafkiano Gregor Samsa, el insulto torna en amenaza en cuestión de segundos o de 140 caracteres. La diputada socialista Carla Antonelli ha denunciado recibir amenazas de muerte en twitter por defender los derechos de LGTB. Muchos desconocen que insultar y amenazar en redes sociales está penado. También es cierto que no es un proceso rápido, porque siempre existe alguien en esa cadena de denuncias que no cumple con su deber. Leía esta semana unas declaraciones de la periodista Ana Pastor diciendo que denunció amenazas ante la Policía pero que «una pobre mujer consideró que amenazarme con violarme, contagiarme el sida, meterme en una habitación y mil barbaridades más, no era una amenaza». Eso es lo peor, la impotencia que sientes ante la dejadez de quien debe hacer su trabajo y poner dique a esta situación. Creo que a todos los que hemos hecho radio en la franja nocturna o contamos historias que incomodan a sus protagonistas, nos ha caído una buena tanda de amenazas precedidas de insultos. Espero que Antonelli tenga más suerte. De hecho la propia policía le contestó por Twitter. Me alegro y mi solidaridad hacia ella. Algunas todavía están esperando una respuesta a la denuncia presentada en una comisaría de Policía. Pero sólo han pasado 15 años, no pierden la esperanza. Hay quien puede pensar que cuando se amenaza a un político se reacciona antes, al menos públicamente. Ejemplos hay. ¿Recuerda la lamentable moda del escrache que se hizo viral hace unos años? El gobierno endureció la ley, casualmente coincidiendo con un denunciable escarche en la casa de uno de sus miembros. Ojalá la justicia actúe. Recuerdo un diálogo entre el abogado Will Gardner de la serie de abogados «The Good Wife» y su socia, Diane Lockhart: «A veces pienso que se haría más justicia lanzando una moneda al aire». Cuando la realidad supera la ficción,... otra vez.