Carlos Rodríguez Braun

América Latina próspera

La Razón
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Leandro Prados de la Escosura, el historiador económico español más importante de su generación, presentó hace algún tiempo un índice de desarrollo humano alternativo a los muy conocidos de la ONU: incluye variables económicas pero también otros indicadores como la mortalidad infantil, la sanidad, la alimentación y la educación. En un trabajo reciente se ocupa de ese desarrollo en América Latina («Human Development as Positive Freedom: Latin America in Historical Perspective», http://goo.gl/USUScL).

En dicho subcontinente el desarrollo humano mejoró desde 1870, y sobre todo de 1900 a 1980, con avances especiales en longevidad y educación de 1938 a 1950. Aunque en el mundo el desarrollo humano creció sin cesar, y se multiplicó por nueve entre 1870 y 2007, la aproximación de América Latina hacia los países más desarrollados fue irregular, y su ponderación depende de si utilizamos la tradicional medida del PIB per cápita o el desarrollo humano sin la renta. Así, en términos de renta per cápita, América Latina se alejó de la OCDE desde 1950, de modo tal que dicha renta era en el año 2000 la cuarta parte de la de la OCDE.

En cambio, si utilizamos el desarrollo humano, la historia es algo distinta, porque la educación permitió un acercamiento mayor a las naciones desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX. También había tenido su impacto antes: dice el profesor Prados de la Escosura que es la educación lo que explica las buenas posiciones relativas de Argentina, Chile y Cuba entre 1870 y 1913. En cuanto a la esperanza de vida, el acercamiento más intenso se produjo entre 1938 y 1950, en especial por las mejoras en la higiene.

Por países, entre 1870 y 1950 estuvieron a la cabeza del desarrollo humano en América Latina los siguientes: Uruguay, Argentina, Cuba, Jamaica y Chile, y más tarde, Costa Rica. Desde 1980 pierden posiciones relativas Jamaica, Trinidad-Tobago y Bahamas, y tienden a permanecer abajo Bolivia, Ecuador y Perú, más Venezuela. También hay niveles bajos en América Central, con la excepción de Costa Rica. El último escalón a partir de 1950 lo ocupó Haití.

En Cuba la renta per cápita se derrumbó con el socialismo, pero las llamadas «necesidades básicas» (cartilla de racionamiento) evolucionaron a mejor, en claro contraste con la pérdida de libertades que comportó la dictadura comunista. Obviamente el desarrollo humano empeoró por el estrechamiento de las posibilidades de elección, y los ingresos no han dejado de caer: no olvidemos además que en 1959 Cuba estaba por encima de la media de América Latina e incluso de los países de la Europa del sur.

Por cierto, la mejoría de las «necesidades básicas» también se puede aplicar al fascismo y a otros regímenes latinoamericanos que mejoraron bajo dictaduras. Dice Leandro Prados de la Escosura que no parece haber correlación a largo plazo entre renta per cápita y desarrollo humano, aunque no está clara la explicación del fenómeno. Con todo, concluye que en términos de desarrollo humano, América Latina va mejor y converge: las diferencias se van reduciendo.