Ángela Vallvey

Amor

La Razón
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La historia de San Valentín es misteriosa, como tantas otras relacionadas con la religión. Hay quien dice que fue un mártir ejecutado en tiempos del emperador Claudio II y que el santo, en realidad, era médico. Un «sanador» romano que se convirtió al catolicismo y casaba a los soldados en secreto, pese a que estaba prohibido porque el matrimonio se consideraba oficialmente algo incompatible con el ejercicio de las armas.

El emperador era aficionado a las campañas bélicas –contra los «alamanes», componentes de una tribu germánica que aún no se llamaban «alemanes» y que planeaban imponerse más allá de los Alpes; contra los godos, los galos...– y las cuestiones amorosas las comprendía poco. Le cortó la cabeza a Valentín, que encarnaba la contradicción de su ideología. Así, la figura de Valentín representa bien el amor porque añade el elemento furtivo, clandestino, peligroso... Casarse de incógnito, como los soldados que él unía, siempre agrega emoción a la aventura del amor, cuando implica además un compromiso.

Médico, sacerdote, obispo..., San Valentín es un santo que bendice las uniones amorosas, con lo que probablemente esté inspirado en alguna vieja idea pagana sobre el tránsito hacia la vida adulta, al mundo de la fecundidad, del gozo y el baile, del año que camina hacia el fin del invierno, del sueño prolífico de las familias y las cosechas, o sea: del futuro. Porque con eso, sobre todo, está conectado el amor: con el porvenir y sus expectativas. Con la reproducción de la especie. Los fuegos del amor han inspirado desde siempre a pensadores y poetas, y sustentan la existencia de personas que ni siquiera se han parado a reflexionar sobre este gran enigma del ser humano que alimenta la historia, y las historias grandes y pequeñas de casi todas las personas que en el mundo han sido. Aunque las llamas del amor en ocasiones provocan también humos, que ciegan a los amantes... Su fuerza es tan poderosa que es capaz de construir mañanas, pero también de destruir ayeres.

Todos los amantes que en el mundo han sido creen haber inventado el amor. Y todos presumen de amar como nadie ha amado antes, sin saber que, más allá de la pasión y su literatura, el amor es siempre biología. (¡Feliz día del mandato evolutivo!).