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An elephant in the room

La Razón
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Un elefante en la habitación es una popular metáfora en lengua inglesa que se puede traducir como la falta de voluntad política para solventar un problema grave al tiempo que se ignora deliberadamente. El paquidermo separatista ha sido tratado exquisitamente en España durante lustros. Por un lado ha sido cómplice de una izquierda acomplejada por la superioridad moral del que hacen gala los independentistas y por otro han sido unos infieles aliados de los gobiernos españoles al dar supuesta estabilidad en Madrid mientras campaban a sus anchas en Barcelona. Una perversa alianza que ha resultado letal para la convivencia en Catalunya.

Sin embargo, ayer el nacionalismo catalán fue severamente derrotado. Su derrota se ampliará el próximo «domingo de pasión», en la asamblea extraordinaria que las CUP organizan en Girona, donde la organización ultraizquierdista decidirá sobre la continuidad de Mas como president. Si es ungido al frente de la Generalitat, la situación será diabólica en la comunidad. Pero si deciden ir a nuevas elecciones en marzo, la percepción de fracaso del proceso rupturista será evidente.

Pero la derrota del separatismo ayer y la decisión que tomen los asamblearios no es óbice para reconocer que seguirá siendo el nacionalismo quien dominará en los próximos años el discurso emocional en Catalunya, capaz de imponer un marco mental cada vez más alejado de la realidad. No debemos dudar de su victoria dentro de unos años.

La educación de los jóvenes en manos de un sistema que falsifica el pasado, una inmersión lingüística que menosprecia la lengua común, unos medios de comunicación públicos al servicio del proceso rupturista y la capacidad regar con millonarias subvenciones a condes y malandrines que acompañan al viaje secesionista para crear la falsa idea de una Catalunya nacionalista son motivos suficientes para atisbar el desastre.

El elefante separatista está cómodamente instalado en nuestro salón, derrotado momentáneamente pero que sabe tendrá nuevas oportunidades para vencer y conseguir la mayoría social que ahora no tiene. En los próximos meses escucharemos la necesidad de buscar una salida al nacionalismo, vendrán cantos de sirena al estilo «El suflé ha bajado», y se instalará en Madrid la idea de que el movimiento independentista ha perdido fuelle. Los conseguidores de prebendas explicarán que Catalunya no puede ser humillada, confundiendo una vez más la minoría separatista con los catalanes.

Ayer ganamos en Catalunya, pero el separatismo sigue sentado tranquilamente en medio del salón. Dentro de 4 años, volverán a tensar a nuestra sociedad, con nuevos líderes surgidos de la radicalidad de estos años y nos obsequiarán con nuevas falacias. Y vendrán con bríos redomados. Y entonces ganarán sin ningún género de dudas, a no ser que al elefante nacionalista lo mandemos al zoo (de la oposición).