Andalucía
Añoranza del señorito
El diputado Diego Cañamero presentó ayer para su debate en el Congreso una proposición de ley que pretende universalizar el cobro del subsidio agrario de desempleo sin necesidad de acreditar haber trabajado en el sector con posterioridad a la publicación de «Los santos inocentes». Se trata, ni más ni menos, de una actualización del viejo PER que peca, además, de insolidaridad entre territorios, ya que su deseo es que la gabela se ciña a los jornaleros de Andalucía y Extremadura; como si en Murcia o Lérida, entre otras regiones, no hubiese campo en explotación. Aduce el histórico compañero de viaje de Sánchez Gordillo, que se hizo acompañar para la solemne ocasión del mismísimo Pablo Iglesias en carne mortal, que esta generalización del pago terminaría con la compraventa de peonadas. Bien está que reconozca ahora, tras decenios de fraude, esta práctica mafiosa pero resulta que yerra Cañamero el tiro, y lo hace adrede, porque sus perpetradores históricos no son esos «empresarios» a los que maliciosamente alude, sino ayuntamientos como el que él gobernó y sus cuates siguen gobernando: este impúdico trueque de votos por paguita determina el resultado de las elecciones municipales en el Sur desde mediados los años ochenta. Usaron los propagandistas (estas patochadas sólo se hacen para salir en la tele) palabras tan añejas como «patrón», sin considerar que son las administraciones públicas las principales propietarias del suelo agrícola andaluz. Casi podría afirmarse que los únicos latifundistas que quedan ya, son los que se sientan en los plenos municipales. Pero esta izquierda nostálgica, que lleva mal que le endilguen el atinado epíteto «inútil», sigue emborricada con sus antiguas supersticiones. La tierra para el que la trabaja, los señoritos y tal.
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