Carlos Rodríguez Braun
Anticapitalistas
Son tan absurdos los planteamientos de Podemos que es fácil caer en la tentación de pensar que, además, son siempre igualmente absurdos. Y no es así. Existe un grupo importante dentro de Podemos que es aún más extremista que la media de ese partido: los anticapitalistas. Es un grupo importante, y revela la fortaleza ideológica de la izquierda extrema, que no se arredra ni después de un siglo de pruebas sobre los efectos catastróficos y criminales de sus ideas. Siguen siendo anticapitalistas a pesar de lo que sabemos que sucede cuando el capitalismo es suprimido. A usted le puede parecer Pablo Iglesias cualquier cosa menos un moderado, pero hay gente en su partido que lo cree. Leí en «El País» esta declaración de Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos: «Para nosotros es esencial un Podemos que no se modere en su propuesta política». Y según él se ha moderado, porque ya no esgrime las siguientes propuestas: una auditoría de la deuda pública para decidir qué parte se impaga, una renta básica universal, la «nacionalización de sectores estratégicos de la economía», una banca pública, y «la defensa de procesos constituyentes tanto en Cataluña, como en Euskadi, como en Andalucía, para tener un Estado plurinacional». «Y la desobediencia», añadió el eurodiputado. «Cuando en tu programa electoral pasas del impago de la deuda a la negociación con quita a no sé/no contesto, hay un problema. Cuando tienes la renta básica como una cuestión central y desaparece, hay un problema». Pues los anticapitalistas de Podemos no tienen un problema, sino dos. El primer problema estriba en sus propuestas mismas. Si no se paga la deuda pública, después de cualquier fantasmagórica «auditoría», eso tiene consecuencias, la más importante es que el Estado se queda sin financiación, con lo cual no tiene más alternativa que bajar el gasto o subir los impuestos. Como en Podemos no son liberales, es evidente que se lanzarán a crujir aún más a los contribuyentes. Dirán: «¡Sólo a los ricos!». Pero incluso los anticapitalistas saben que eso es mentira: el Estado es desde hace mucho tiempo demasiado grande como para financiarse sólo usurpando bienes y rentas a una minoría de ricos. La propuesta anticapitalista, pues, implicará un mayor castigo a millones de trabajadores. Otro tanto vale para la renta básica universal: exigirá más impuestos. Mientras que la nacionalización de «sectores estratégicos» también castigará al pueblo en forma de costes más elevados, y bienes y servicios peores y más caros.
El segundo problema es que algunos de sus dislates económicos, como la banca pública y otros, son defendidos ya por Warren Sánchez y sus secuaces. La posibilidad de los anticapitalistas de diferenciarse es ser aún más absurdos, expropiando la banca privada, quizás. En fin, tiene mucha gracia la propuesta de creación del Estado andaluz. Más gracia incluso me hace fantasear con la posibilidad de preguntarles a los anticapitalistas si entre la «desobediencia» que propician está la «desobediencia fiscal».
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