Julián Cabrera

Apóstoles del rescate

No ha pasado tanto tiempo, tan sólo hace quince meses nuestra economía tenía la prima de riesgo en máximos que nos situaban al borde del abismo del rescate y los mercados estaban sumidos en la melancolía. Una situación que contrasta con lo que se ha respirado y percibido durante la semana pasada incluso a pesar de que los datos de los gráficos estadísticos van a tardar todavía en tener reflejo en nuestros bolsillos.

Pero es cierto que esa semana que nos precede, como podría haber sido la actual o cualquier otra, ha marcado de forma especial una primera y ligera distancia frente a esa melancolía; tal vez por la euforia de las bolsas, por la confirmación de alguna buena previsión o por declaraciones puede que un tanto eufóricas de algún político y de algún banquero. La realidad es que se ha impuesto otro estado de ánimo, ya saben, algo fundamental en el fútbol y en la economía.

Tal vez por eso convenga echar una ligera mirada hacia atrás para comprender algunas cosas, especialmente las relativas a los impopulares sacrificios forzados para al menos abandonar aquella melancolía. Y en este punto no podemos olvidar que hubo voces no precisamente desautorizadas o adversarias del Gobierno que pidieron casi a gritos la intervención, mientras criticaban la obstinación de Rajoy por darla esquinazo.

Los apóstoles del rescate se equivocaron y hasta pecaron de cierto egoísmo cortoplacista; se trataba de evitar lo que ahora vuelve a sufrir el vecino pueblo portugués ante un nuevo rescate: más despidos masivos, mas bajadas salariales a cientos de miles de funcionarios y recortes con motosierra; los nuestros fueron de tijera, tal vez de ahí la resistencia numantina de Rajoy y porque no, del ZP de la última etapa por evitar el pesado manual y fría mano de la troika.