César Lumbreras

Austria sin nieve

La Razón
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Ayer, primer día de 2016, cayeron en Viena los primeros copos de nieve de este invierno, tan raro desde el punto de vista climatológico. Era poco antes de que el director letón Mariss Jansons alzase su batuta y sonasen los primeros compases del tradicional Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de la capital austríaca. El programa elegido en esta ocasión incluía el vals «España» del compositor francés Émile Waldteufel, que versionó en 1886 la rapsodia del mismo título del también galo Emmanuel Chabrier. Fue una de las piezas más aplaudidas por los presentes en la sala de conciertos, como Hilary Clinton y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que escucharon también la llamada «Marcha de Stolz», compuesta para conmemorar los 70 años de esta organización. Precisamente la ONU se apuntó hoy hace tres semanas un importante tanto, al conseguirse un acuerdo, ya conocido con el nombre de Protocolo de París, para luchar contra el cambio climático y reducir la emisión de los gases de efecto invernadero. Es una prueba de que hay una preocupación generalizada por este fenómeno. No sé si estará relacionada con el mismo, pero la temporada de otoño invierno en Suiza y Austria se está caracterizando hasta ahora por la ausencia de nevadas, hasta el punto de que la mayor parte de las estaciones de esquí de estos dos países están funcionando a medio gas y con nieve fabricada mediante cañones. Es una prueba más, y no la más grave, de que algo está pasando y que toca ponerse las pilas. En otros lugares del mundo la climatología ha provocado ya daños importantes en las cosechas y un incremento de la hambruna, además de destruir infraestructuras. Dicen los expertos que entre los fenómenos del «Niño y la Niña» nos van a dar el año. ¡Ojalá no sea así! De momento, un apunte positivo para comenzar 2016: la lucha contra el cambio climático supone también interesantes oportunidades de negocio y puede ser un factor de crecimiento económico.