Historia
Bailando con «lobbies»
El título con el que este periódico celebra su XV aniversario nos lanza la inevitable pregunta sobre si realmente se está haciendo lo suficiente y adecuado por la imagen de España. Hay sobradas razones para que nos guste nuestro país y para confiar en su potencial, pero parece llegado el momento de revisar algunos manuales.
La Transición de Suárez nos puso en el mapa del mundo libre además de mostrar una reconciliación ejemplar, los gobiernos de Felipe González aportaron modernidad en infraestructuras y la entrada en el selecto club europeo y los de Aznar nos convirtieron en ejemplo de eficiencia económica, no fabulamos al recordar que tan sólo hace diez años en foros como Davos o Ambrosetti, lo más granado de la política y finanzas europeas buscaba sitio junto a ese señor bajito de bigote, referente del «milagro español».
Ese tránsito de una España plúmbea a otra más brillante costó una labor paralela, coordinada y de constante lluvia fina que ahora toca recuperar sin complejos. Por ejemplo, poniendo más aun en valor el papel en el exterior del Rey y de un príncipe heredero más que preparado, haciéndose notar ante quienes deciden a la hora de que prestigiosas publicaciones reflejen una imagen lamentable e irreal de España, o por qué no, eliminando hipocresías como la que se echó las manos a la cabeza por la entrega de la medalla del Congreso de EEUU a un presidente español.
Eso que ciertamente está inventado es asumir el papel de lo que llamamos «lobbies», aún a sabiendas de que siempre alguien pasará el plato. La imagen de país necesita retomar la iniciativa y conseguir que nos dejen explicarnos en según qué sitios, incluso sin descartar el odontológico «no nos vamos a hacer daño». Un encalado más allá de Gasol, Nadal, Iniesta o el bueno de Del Bosque.
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