Restringido

Balas sobre Cibeles

La Razón
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«Tengo a la gente más leal. Podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a la gente y no perdería votantes». La frase es de Donald Trump, el estrambótico candidato republicano a la presidencia de EE UU y la soltó en Iowa, pero cambien Quinta Avenida por Cibeles e Iowa por Universidad Complutense y la podría haber pronunciado Pablo Iglesias. Es lo que tiene la transformación del credo político en fe religiosa, del partido en secta y del votante en hincha.

Creo que todo viene del nefasto Zapatero, sin cuya irresponsable siembra de rencor y estulticia no sería imaginable que Carmena y sus colegas de «Ahora Madrid» arranquen la lápida dedicada a ocho jóvenes monjes carmelitas fusilados hace 80 años «porque rezaban» o que salgan en tromba Ada Colau, Alberto Garzón y Celia Mayer a defender como «libertad de expresión» el cartel de «Gora Alka ETA» de sus colegas titiriteros.

Uno puede entender la conducta de estos progres de pacotilla, pero lo complicado de digerir es que haya en España más de cinco millones de personas aplaudiendo embobadas estas patochadas, sandeces y delitos.

Acude Pablo Iglesias a la gala de los Goya vestido de maître de pizzería, acompañado del cretino de Facu Díaz, actual presentador de «La Tuerka News» e imputado por un delito contra el honor de las víctimas, y a los suyos, incluyendo una legión de periodistas, sólo se les ocurre comentar que el de Podemos ha dejado otra vez planchado a Pedro Sánchez, que se presentó de «sport», creyendo que estaría a tono.

Afirma uno de sus antiguos socios que los ayatolás iraníes le pagaban hasta anteayer con sobres repletos de billetes de 500 euros y los mismos que claman en favor de esa entelequia llamada «Pacto contra el Terrorismo Machista» y marchan en primera fila en el desfile del Orgullo Gay, ni levantan una ceja, escamados ante la paradoja de que los financiadores del podemita sean tipos que se dedican a la lapidación de la adúltera, el ahorcamiento del homosexual y la flagelación del internauta díscolo.

Sacas un vídeo en el que «Coleta Morada» alaba la perspicacia de los terroristas mientras le aplauden en una siniestra herrikotaberna, otro en el que se derrite de entusiasmo al ver cómo se apalea a un policía y un tercero donde alaba a los verdugos chavistas y lo más que puedes lograr es que te pongan como el Ecce Homo en Twitter.

Creo que no sólo es odio; hay también mucha gilipollez.