Cataluña
Balears
El Estatuto de Autonomía de Baleares señala en su artículo 4 que «la lengua catalana tendrá, junto con la castellana, el carácter de idioma oficial». También se indica que las instituciones «garantizarán el uso normal y oficial de los dos idiomas» y en el mismo sentido se expresaba la Ley de Normalización Lingüística, de 1986. Desde 2016 en las «Illes Balears» gobierna una coalición nacionalista y socialista, presidida por Francina Armengol, que impuso el conocimiento del catalán como requisito para acceder a un puesto de funcionario en lugar de un mérito obligatorio para cualquier contrato con la Administración. El anterior equipo de gobierno, del popular Bauzá, intentó implantar el Tratamiento Integral de Lenguas para «garantizar el uso equilibrado de la enseñanza del catalán, el castellano y el inglés», pero su gobierno fue derrotado por la movilización del nacionalismo con masivas manifestaciones y la torticera manipulación de docentes, con una huelga indefinida pertrechados con camisetas verdes. La agitación estaba dirigida por un profesor de Llucmajor, Jaume Sastre, fundador de la «Asamblea de Docentes», líder de la batasunización del sistema público de enseñanza y del «Lobby per la Independencia», asociación xenófoba en que a los llamados «forasters» –es decir, españoles– no sólo se los moteja de fachas, sino que se les anima incluso a surcar el Mediterráneo en un «barco de rejilla», concepto que les invito a que busquen su significado.
Para entender la situación de tensión que empieza a vivirse en las Illes Balears debemos mirar hacia el Principado catalán, dónde la utilización mendaz de la lengua catalana por parte del soberanismo ha provocado la eclosión independentista entre los catalanoparlantes, letal para la convivencia. La lengua es la cuestión más importante para el nacionalismo, lo que sirve de eje, aglutina y vertebra la falacia pseudohistórica creada por la oligarquía catalana de finales del siglo XIX y principios del XX, y que desgraciadamente se expande hacia la Comunidad Valenciana y de forma virulenta está encontrando en las Illes Balears voceros y promotores.
Hasta la reinstauración de la democracia, la mayor parte de la población nacida en las Islas utilizaba las expresiones «mallorquín», «menorquín» o «ibicenco» para referirse a sus lenguas maternas, a partir de la aprobación del Estatuto de 1983, se utilizó la ya oficial «catalán» desdeñando la de «llengua Balear». La mayor parte de la población del Archipiélago acepta de manera implícita esa equivalencia, pero siempre y cuando emplear el concepto de idioma «catalán» no suponga que se acepta más o menos tácitamente la existencia de una dependencia cultural o incluso política con respecto a Cataluña. En este sentido, la idea de «Países Catalanes» es rechazada claramente por la inmensa mayoría del Archipiélago, pero el secesionismo argumenta que todos los territorios donde se habla catalán, incluidos aquellos donde la lengua pervive de manera vestigial, les pertenecen como parte del delirio geográfico que se han inventado. Nadie debe dudar de la unidad del tronco occitano del que derivan el catalán, valenciano, balear y la lengua d´Oc, como argumentaba Mossèn Alcover o de la lengua romance que decían Ramón Llull y Jaume I. Sin embargo, el nacionalismo ha plantado la semilla del odio en las Illes Balears con la imposición de su modelo lingüístico y pronto en la Comunidad Valenciana. Avisados estamos.
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