Reyes Monforte

Burkini

La Razón
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La provocación unida al talento crea revoluciones y levanta imperios . Coco Chanel amaba la rebeldía y la provocación, y por eso lució alrededor de su cuello las perlas del imperio zarista regaladas por su amante, el gran duque Dimitri Pavlovich, popularizando este complemento en todo el mundo. Chanel revolucionó la moda con creaciones que daban más libertad de movimiento al cuerpo de la mujer, para que ésta se sintiera libre e independiente, lejos de los tradicionales corsés ceñidos que la impedían respirar.

Hay moda que ha iniciado y alimentado revoluciones. En Francia, algunas grandes marcas han comenzado a comercializar los burkinis, levantando una gran polémica que ha obligado incluso al Gobierno galo a mostrarse contrario a la venta de esta prenda, llamando a la responsabilidad social de la industria. El burkini no alimenta más que la sumisión, la aceptación de un rol machista, de un encierro involuntario de la condición femenina y de una violación de la integridad y la libertad de la mujer. Ni es moda, ni es religión, como tampoco es cultura ni tradición. Es un sindiós, nunca mejor dicho.

La prenda de vestir dice mucho de una sociedad y de una época. En México una mujer de 17 años ha sido violada por cinco jóvenes que justificaron su vileza diciendo que la chica vestía una minifalda muy provocativa. Siguiendo este epítome de pura lógica, supongo que las mujeres que llevan el burka o las que vistan un burkini están pidiendo a gritos que las entierren hasta la cintura en un campo de futbol y las lapiden hasta la muerte ante la mirada de miles de personas que contemplarán el espectáculo. Es otro tipo de escaparate que, al final, termina siendo el mismo. Es curioso: a Coco Chanel le gustaba lo transgresor y por eso financió el ballet de «La consagración de la primavera» de Stravinski, a pesar del escándalo que provocó su estreno. Hoy, algunas firmas aprovechan la no consagración de la primavera árabe para la comercialización de hijabs y burkinis, seguramente pensando en los 500.000 millones de dólares que moverá el mercado musulmán en 2019. Siempre habrá un roto para un descosido.