Cataluña

Cambiar 37 años en 54 días es imposible

La Razón
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La dictadura de Francisco Franco duró 36 años: los que transcurrieron entre su victoria en la Guerra Civil y su muerte en el año 1975. La democrática tiranía que padece Cataluña es ya más longeva: 37 años. Los que median entre el primer triunfo electoral del ladrón Pujol el 12 de marzo de 1980 y hoy 22 diciembre de 2017. Realmente, estamos más cerca de los 38 años que de los 37. Alguno me corregirá recordándome que hubo un periodo entreguerras llamado tripartito. Que no se equivoquen ni nos equivoquen: fueron siete años de más de lo mismo. Cambiaron todo lampedusianamente para que no cambiara nada. La vida siguió exactamente igual para esa mayoría silenciosa que se considera tan catalana como española, que cree en la Constitución, que sueña con poder educar a sus hijos en la lengua cooficial que le salga del arco del triunfo y que soporta estoicamente sin decir ni mu una televisión autonómica más parecida al tristemente célebre NO-DO que a un canal occidental.

Desconozco quién fue el iluso, el necio o el necio iluso que alumbró la teoría de que era posible dar la vuelta a 37 años de dictadura silenciosa en 54 días y 54 noches. Yo, desde luego, no le confiaría ni la gestión de un puesto de pipas. Involucionar en menos de dos meses una ingeniería social diseñada e implementada durante la friolera de 13.787 hojas del calendario, que se dice pronto, es un imposible físico y metafísico. Muy especialmente cuando has estado lavando cual martillo pilón el cerebro a los niños que en 1980 venían al mundo y hoy tienen 37 años camino de 38. O cuando has estado manipulando la realidad (eso sí que es posverdad y lo demás, tonterías) con medios de comunicación públicos fascistoides o privados pero untados de parné institucional hasta las trancas. El que paga, manda. Y si pagas durante 37 años, mandas infinitamente. Casi, casi, como un sátrapa bananero. Crearon una sociedad y un imaginario colectivo a su manera y deshacerlo llevará años, muchos años, tal vez otras cuatro décadas, o tal vez ya no se consiga nunca jamás en varias generaciones.

Lo de este jueves de la desgracia es la madre todos los errores. Un triple error. El error de una estrategia que pensó que era posible cambiar la historia en 53 días, el error de una táctica en forma dl artículo155 light con elecciones exprés y el error imperdonable de despreciar un relato, el de los golpistas fugados y encarcelados, plagado de premisas falsarias pero no por ello menos épicas y románticas. Tanto asesor áulico para que al final una panda de delincuentes te gane por la mano. Y ahora a afrontar la ciclópea y no menos kafkiana tarea de explicar al mundo que encarcelas a un tipo que vuelve a España a tomar posesión de la Presidencia de un gobierno elegido democráticamente. ¡Qué razón tenían los que clamaban que en esto del artículo155 de la Constitución las prisas eran muy malas consejeras!