José María Marco
Cambiar para no cambiar
Los socialistas parecen pensar que la reforma constitucional que promocionarán si llegan al gobierno después de diciembre responde a una necesidad profunda. Habría que redefinir la relación entre Cataluña y el resto de España, abrir nuevas formas de diálogo y de comprensión mutua. Si así fuera de verdad, es seguro que los socialistas se hubieran sumado a la iniciativa encabezada por el gobierno, en la que está participando Ciudadanos con su propia propuesta. Es en este pacto, efectivamente, donde se podrá fijar a partir de ahora una nueva forma de organizar las relaciones entre la comunidad autónoma de Cataluña y el resto del Estado español, del que la primera forma parte. No se trata de subordinar. Se trata de evitar que una instancia del Estado haga del desafío a éste su razón de ser y su única guía para la acción.
En cuanto a Cataluña, habría que contribuir a volver a situarla en la realidad nacional de la que forma parte, dentro de un conjunto más amplio que no va a admitir rupturas como la que propugnan los nacionalistas. Por supuesto que los nacionalistas no van a desaparecer del mapa político español, pero no tendrían la fuerza desestabilizadora que ahora tienen si los partidos nacionales se pusieran de acuerdo en la cuestión básica en la que están de acuerdo todos los partidos nacionales de los países europeos: la naturaleza de la nación, en nuestro caso la española.
Los socialistas, en cambio, están decididos a que nada cambie. Parece como que hubiera que reformar la Constitución para seguir permitiendo que se perpetúe la situación que hemos vivido hasta aquí: que los nacionalistas sigan con su empresa de nacionalización de Cataluña y que permanezca viva la idea de que nuestro país no acaba de estar constituido como nación. Otro aspecto interesante del asunto es que la izquierda, por lo menos la tradicional y parte de la nueva, sigue el planteamiento socialista. Izquierda Unida y Podemos, desde su pose de rebeldía más o menos juvenil, también han rechazado el pacto. Se deduce que, al igual que el PSOE, aspiran a que las cosas sigan como hasta ahora.
Hay que hablar, seguramente más de lo que se ha hablado hasta ahora, pero después del desafío independentista habrá que hacerlo dentro de unos cauces claros, que devuelvan la autoridad que le corresponde al Estado y que empiecen a desterrar la idea de que esto no tiene remedio. Lo tiene, claro que lo tiene.
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