Restringido

Carnaval por Reyes

La Razón
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José Luis Tejerina, un sabio palentino, que hace tiempo que debía tener asiento en la Real Academia, me envía los 147 versos toledanos de autor anónimo, del denominado por Menéndez Pidal «Auto de los Reyes Magos», con la siguiente apostilla: «Más que nada para ver de dónde venimos y adónde hemos llegado». Un detalle oportuno ante tanto «progre» descreído y tanto tonto de capirote empeñados en vaciar de su contenido original la antiquísima y deliciosa manifestación popular de los Reyes Magos. La misma regla aplican, si pueden, al resto de las fiestas religiosas de España. Ahora resulta, según el artista encargado por el Ayuntamiento de Madrid del vestuario de Melchor, Gaspar y Baltasar, el presocrático Jorge Tutor, que los Reyes, vestidos con estos modernos y coloridos capisayos, representan nada menos que los tres elementos: el agua, el aire y la tierra. Cualquier ocurrencia vale con tal de eliminar toda connotación e impregnación religiosa y, por supuesto, cristiana, lo cual no deja de ser un contrasentido en este caso y un delito de falsificación cultural. Por definición, no hay cabalgata sin cabalgaduras, ni Reyes Magos sin manifestación del Dios-Niño en Belén. Por eso tradicionalmente los Reyes acababan su recorrido en la iglesia entre el sonido de los villancicos. Eso era antes. Ya se ve adónde hemos llegado, maestro Tejerina. ¿Cómo puede extrañar que haya quien piense que estamos en manos de iconoclastas descerebrados empeñados en descristianizar España en todas las tradicionales manifestaciones públicas?

Llaman progreso y modernización a lo que no es más que una regresión a tiempos oscuros y conflictivos de nuestra historia. Se impone el mito del cambio. No se trata de cambiar para mejorar, sino de cambiar por cambiar y, si es posible, para fastidiar a los conservadores. El progresismo consiste en arrasar creencias, tradiciones, mitos y supersticiones, todo en el mismo saco, que pertenecen, según sus santones, a la etapa prerracional e infantil del ser humano. Eso es lo que subyace en todo esto. No es verdad que respeten las creencias. Tomo prestado de Savater, a propósito de los «cambistas», una oportuna cita de Odo Marquard: «El prejuicio de uso múltiple, la suma de todos los prejuicios, es el que afirma que todo cambio lleva, con certeza, a la salvación, y mientras más cambio haya, mejor». Como sustituir los Reyes Magos por un carnaval multiétnico con caramelos.