José Ramón Pin Arboledas
¿Cautela en Economía?
De Guindos se mojó. Anunció un crecimiento medio de entre el 1,4% y el 1,5% del PIB para el periodo 2014-2015. Dos datos posteriores demuestran que son declaraciones cautelosas. El primero: el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, prevé a finales de 2015 menos desempleados de los que le dejó el Gobierno anterior en 2011. El segundo: el Banco de España anunció un cálculo del crecimiento del PIB del primer trimestre pasado del 0,4%.
Las declaraciones del presidente del Gobierno son significativas. Su carácter es más bien pausado. Si se aventura a afirmar ese descenso del paro es porque sus asesores se lo han asegurado con certeza.
El cálculo del Banco de España elevado a cuatro trimestres daría un crecimiento para este año del 1,6% (0,4 x 4 = 1,6). Además, ese trimestre es tradicionalmente inferior en materia de crecimiento: el turismo es menor que en el segundo y el tercero; la agricultura no tiene grandes cosechas y la construcción sufre el mal tiempo. En consecuencia, la previsión del ministro puede quedar corta y no es aventurado augurar un crecimiento entre el 1,6% y el 1,7% del PIB para este año.
En 2015 una proyección prudente nos situaría en un 2% (difícil poner el decimal). Con ello resultaría una media para los dos años superior al 1,5% anunciado por De Guindos. Podría ser del 1,8%/1,9%; sorprendente si pensamos en las previsiones de hace sólo unos meses. La economía española tiene gran capacidad de reacción. Basta crear un marco de libertad empresarial (por ejemplo, con la Reforma Laboral del 2012) y experimenta un crecimiento inesperado. Eso se debe a sus empresarios, al nivel de formación de parte de su población activa y la disponibilidad de excelentes infraestructuras. Nuestros ingenieros, arquitectos, directivos, consultores, abogados médicos... tienen una preparación de primer nivel y salarios muy competitivos internacionalmente. De ahí el crecimiento de la exportación de los servicios profesionales.
Ese crecimiento mejorará las cuentas públicas vía impuestos y permitiría reducir las tasas del IRPF, si el Gobierno consigue disminuir los gastos públicos. Con ello habría más dinero en circulación, aumentaría el consumo, disminuiría el paro y la necesidad de endeudamiento público. Sí, además, el BCE (Draghi) inicia políticas expansivas, España entraría en una espiral virtuosa que sólo pueden truncar: el desafío soberanista y la fragmentación del Parlamento en las próximas elecciones. Recemos para que los políticos no ahoguen al recién nacido, que precisamente por serlo está aún débil.
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