Lucha contra el desempleo
Cifras récord en el empleo
La economía española no muestra, de momento, signos de fatiga: en el cuarto trimestre del año nos expandimos un 0,8%, lo que dejó el crecimiento del conjunto de 2017 en el 3,1%. En coherencia con estos datos, la creación de empleo durante todo el año ha sido realmente remarcable: el número de afiliados a la Seguridad Social aumentó en 611.221, una vez ya eliminada la estacionalidad. Se trata de un incremento superior al de 2016 (cuando subieron en 542.038) y al de 2015 (cuando lo hizo en 535.793).
En total, la Seguridad Social ya cuenta con 18,4 millones de afiliados: el dato más elevado para un mes de diciembre desde 2008. A su vez, la cifra de parados registrados en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal se redujo hasta las 3.412.781 personas, el dato más pequeño para un mes de diciembre desde, nuevamente, 2008.
En otras palabras, si bien todavía no contamos con los datos de la Encuesta de Población Activa (que será la encargada de tomar de un modo más definitivo el pulso de nuestro mercado laboral), sí podemos afirmar provisionalmente que estamos ante un año récord en creación de empleo. Lo anterior no significa, claro está, que nuestro mercado de trabajo carezca de problemas. Por un lado, la cifra de desempleados sigue siendo anormalmente elevada con respecto a los países de nuestro entorno: 3,41 millones de parados registrados (que, teniendo en cuenta a los denominados «demandantes de empleo no ocupados», ascienden hasta los 3,65 millones) no es un guarismo del que sentirse orgulloso, pues supone que el 16% de todos los españoles que buscan activamente un empleo son incapaces de hallarlo. Es verdad que, año tras año, conforme la recuperación económica se ha consolidado, este porcentaje ha ido reduciéndose firmemente (recordemos que, hace apenas cuatro años, rozamos el 27%), pero necesitamos que disminuya mucho más y, si cabe, con mayor rapidez.
Por otro, la temporalidad sigue siendo una lacra que azota a millones de españoles: en el mes de diciembre, se firmaron 1,65 millones de contratos, de los cuales sólo el 7,93% fueron indefinidos, algo que impide que un trabajador se forme en su puesto y se vuelva más productivo para la empresa. También en este caso es cierto que estamos experimentando avances (en 2017 se han suscrito más contratos indefinidos que en cualquier otro ejercicio de esta última década), pero no son ni mucho menos suficientes: la tasa de temporalidad española supera holgadamente la del resto de los países de Europa, por lo que no caben ningún tipo de excusas para la pasividad.
De hecho, y ya por último, tengamos muy presente que este alto ritmo de creación de empleo está subordinado a que la economía siga creciendo a las altas velocidades actuales. En su ausencia, corremos el riesgo de que la bonanza se detenga en seco. ¿Cómo hacer frente a estos problemas, reales y potenciales, de nuestro mercado de trabajo? Pues completando la reforma laboral aprobada en febrero del año 2012 que tan buenos resultados está dando: si liberalizar parcialmente el mercado de trabajo en aquel entonces ha servido para potenciar la recuperación presente, ¿acaso una liberalización completa del mismo no serviría para acelerarla y, a su vez, solventar muchas de las dificultades que ahora mismo subsisten?
Un mercado laboral todavía más flexible constituye el marco idóneo para incentivar la creación de más empleo de calidad: que las muy positivas cifras actuales no nos hagan olvidar la tarea que todavía tenemos pendiente.
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