Conferencia política del PP

Cifuentes

La Razón
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En el PP ni los que quieren primarias hablan de primarias. Cristina Cifuentes en su papel de promotora se queda, como Sánchez, en el eslogan «un militante un voto». En España las primarias dan más titulares que resultados. Por eso en el PP de arriba han dicho que eso no va a ser y no será. Se han inventado una segunda vuelta galimatías que prometen refuerza la democracia interna, así que para Maíllo «la perra gorda». En realidad este «no debate» sobre las primarias es un entretenimiento para que no se diga que en el PP no hay algo de movimiento. Rajoy sabe que llega al congreso 2017 con las cornetas a pleno pulmón, que sólo falta que le caigan pétalos de la despoblada rosa socialista como en «American Beauty». A quien superó con nota y equipo la emboscada del Congreso de 2008, en el que le atacaron desde los periódicos hasta los «Kennedy de garrafón», que se hable de primarias le deja una sensación parecida al «bítterkas», que amarga con dulce y burbuja. Cifuentes anda marcando territorio sin pensar en la confrontación. Sabe que con Rajoy lo que no está pactado está perdido. Sabe que puede dar hilo a la cometa pero sin equivocarse de objetivo. Sabe que lo de las «primarias» vale como elemento de matiz pero sin perder la esencia. Sabe perfectamente que la escenificación de esta cuestión es humo de tertulia frente a la cuestión de la Secretaría General. Por eso Cifuentes, está en la pincelada nacional pero con la brocha en Madrid, donde su objetivo es sanear, alicatar, enterrar el «aguirrismo» en sus múltiples manifestaciones y poner colores, si sus colaboradores dejan de croar. Todo lo que no sea moverse en el terreno que tiene que conquistar es riesgo para sus planes de futuro. Madrid hace tiempo que dejó de ser paraíso de «versos sueltos». Quien quiera completar la gesta con su cantar o tendrá que someterse a la métrica clásica del Marianismo que no se enseña en las facultades de políticas pero se aprende enseguida. Se resume en un «cada cosa a su tiempo y sin líos» y ante los que hacen ruido «oídos sordos». Esta teoría lleva aparejado ese inflado momentáneo de moflete que es una forma más sofisticada de encogerse de hombros ante las preguntas difíciles. Hoy vuelven Gallardón y Piqué con Aznar de promotor. El morbo es mucho pero Rajoy no necesita vigilantes de la playa. Rajoy no nada, solo pasea por la playa, saluda y mira el horizonte a la espera de que el horizonte se vaya acercando, pero sin prisa, que todo llega y todo pasa...y algo queda.