Cristina López Schlichting
Citromatic
Correr. Correr por la 66 americana, las autopistas alemanas, el desierto de los Emiratos hasta llegar a un poema de Marinetti. Gusta sacarle partido a un buen firme, a un buen coche, a un buen día de viaje. Al principio me lancé por la autopista de las alabanzas al Gobierno: por fin se imponía el sentido común (restringir la velocidad en las malas carreteras, aumentarla en las autopistas y autovías). Y de repente, «stop». Se enciende una luz roja y una cae en la cuenta de que en el proyecto de ley no sólo se habla de correr, sino de las cosas más dispares. Carreras de bicis...detectores de radares...con una sola nota en común: recaudar lo más posible. La Administración ha puesto en marcha el exprimidor y la cosa está en citromatic. Si se puede correr más, la gente pagará más peajes. Si se eliminan los detectores de radares, habrá más y más jugosas multas. En los eventos deportivos como el ciclismo, tendrá el organizador que pagar el seguro de los guardias civiles presentes: ahorro para el Estado. Y encima empiezan a anunciar los ayuntamientos que los coches viejos van a pagar más impuestos, que es una forma fina de recomendarte un coche nuevo. Al final, todo son ingresos para las empresas de fomento, los fabricantes de automóviles, los municipios y el Estado. Todo a costa de la sufrida chepa del estragado contribuyente. He decidido vender mi citroen C3 y abandonar a Marinetti. Vivan el transporte público y el paseo.
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