Ángela Vallvey

Clickbait

La Razón
La RazónLa Razón

Significa: «cebo de clics», en inglés. «Clickbait» es uno de esos nuevos términos que han surgido al hilo de la última revolución tecnológica, la de las telecomunicaciones, que tan entretenidos nos mantiene a todos, pero que no se ha traducido en una vida mejor para casi nadie. El mundo del periodismo, de la información y la comunicación de masas, gira hoy día en torno a los «clics» que los usuarios dan sobre las noticias. Es la época del «me gusta», de «lo más visto». Los contenidos webs buscan desesperadamente generar ingresos publicitarios en internet, y dichos beneficios son proporcionales al número de «clics» que sus temas reciben. Para atraer inversores publicitarios, se siguen tácticas efectistas, que intentan despertar la curiosidad del posible lector (¿), que «pincha» sobre las noticias. Cada pinchazo, equivale a una visita a la web. Cuanto más se comparte la noticia a través de redes sociales, más posibilidades hay de que se convierta en «viral», atrayendo un número masivo de IPs (no «lectores», sino «usuarios únicos»: móviles, tablets, ordenadores distintos...). Cuantas más visitas, más publicidad se vende y mejor va el negocio. De esta manera, y en algunos casos de forma incluso inconsciente, la tendencia de muchos medios está siendo acudir al sensacionalismo en los titulares para «cebar» el morbo del público. Así, a veces nos encontramos con cabeceras y etiquetas perturbadoras que no tienen nada que ver con el desarrollo de la noticia, o que son sencillamente mentira, pero que enardecen y explotan la curiosidad de los internautas. En otras ocasiones, un titular escandaloso da paso a una noticia confusa, artificiosa o directamente mendaz, y mezclando unas cosas con otras, y resaltando con letras negritas palabras clave que el redactor del texto considera esenciales, un lector apresurado (la mayoría lo somos) puede quedarse con una idea totalmente errónea de lo que acaba de «mal-leer». Se pueden, siguiendo estas sencillas normas, escribir panfletos que resulten dañinos para la reputación de alguna persona, aprovechando la confusión entre verdad y mentira, rumor o especulación y puros hechos probados. Antaño (no hace tanto de eso) la mayor parte de la prensa, que tenía vocación de seria porque basaba su influencia, y también su negocio, en su reputación, huía como de la peste del concepto de «amarillismo». Ogaño, incluso algunas cabeceras que miraban por encima del hombro a sus competidoras, practican el «clikbait». Con fruición. Qué tiempos, oiga.