Martín Prieto
«Coca Cola» o «Pepsi Cola»
Por más que se accede al escaño por caminos extraviados y anémicamente democráticos, el acta pertenece al diputado y no al partido que lo cooptó para sus listas. La disciplina de bancada es un supuesto, pero en ninguna parte está escrito que un representante partidario pueda perder su acreditación por votar en conciencia. Si la acreditación te confiere la delegación de los votantes lo inmoral y penalizable sería votar en conveniencia. Por ello los jefes políticos son tan mansos con sus ovejas descarriadas y les reclaman el acta con el piquito. Los tres rebeldes del PSC en la senda secesionista están en su derecho de no entregar sus acreditaciones y engrosar el concurrido grupo mixto, autobús–escoba de los insatisfechos. Cuando habla Elena Valenciano, desde sus cimas universitarias, las palabras de la Vicesecretaria del PSOE se esculpen para los anales de la ciencia política, y acaba de ilustrarnos con el apotegma de que el PSC es otro partido aunque sea hermano del PSOE. Hace pocos años sonaba algo así como PSC-PSOE, y que la primera tríada de siglas identificaba a los españoles socialistas empadronados en Cataluña. Hay que tener mucho cuidado con las fratrías porque ésas sí que las carga el diablo. Hoy los dos partidos, que votan por libre en Barcelona y Madrid, antes que hermanos son cuñados, que viene de cuña. Abundando en el profundo surco intelectual de Valenciano podríamos colegir que ambos partidos son como «Coca Cola» y «Pepsi Cola», luchando por la chispa de la vida y con la primera, como el PSOE, intentando infructuosamente comprar la marca pequeña pero competidora. En vaso saben igual a crecepelo, y sus diferencias son de mercadotecnia, tal como el desorden que padece el PSOE es análogo al del PSC. Para tener casa común solo les resta unificar la etiqueta y explicar a sus fatigados militantes en qué federalismo están pensando para resolver la crisis socialista de identidad territorial: menos azúcar o más cilantro, o el rediseño de las curvas femeninas de la botella. Porque no es lo mismo la federación ex –soviética de Estados Independientes que la República Federal argentina. La «Coca» es más internacionalista, y la «Pepsi» más interracial. En cuanto terminen de definirse los hermanos, lo de Caín y Abel quedará en riña de colegio.
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