César Vidal

Código rojo

Acaba de aparecer en español un libro altamente recomendable titulado «Código rojo». Uno de sus dos autores, Jonathan Tepper, está viajando por España para la promoción y sometiéndose a las entrevistas más diversas. He visto algunas y debo decir que no tienen desperdicio. Por ejemplo, en una en TV-3, uno de los presentes le preguntó si no era «una mica neoliberal» a lo que Tepper con enorme sensatez le respondió que podía llamarle así si le apetecía, pero que él, personalmente, nunca se definiría de esa manera. Desde luego, era digno de ver el rostro de los contertulios cuando les dijo que no había austeridad en las cuentas españolas. Ciertamente así es porque de haber austeridad se habrían cerrado las televisiones autonómicas de Cataluña hace años. A pesar de que el libro tiene un alcance universal, el mensaje de Tepper es bastante claro en lo que a España se refiere. Aparte de señalar al Banco de España como «el peor regulador de la galaxia», por citar literalmente, el problema fundamental de España es que su crecimiento económico es inferior a lo que cuesta el Estado. Dado que, dentro del euro no es posible devaluar, España sólo puede salir adelante si reduce el aparato del Estado drásticamente; si flexibiliza un mercado laboral que está expulsando a centenares de miles de españoles al paro y al extranjero; si baja los impuestos –algo imposible sin reducir el gasto– y si reduce el déficit y la deuda. De lo contrario, la economía no podrá despegar. Dado que las ganancias de la banca se han privatizado y las pérdidas se han socializado, los bancos juegan a la especulación. Sin embargo, el resultado –salvo para algunos pocos beneficiados– sólo puede ser peor ya que, al final, se producirá una crisis sensiblemente mayor a la actual y pensionistas y ahorradores se verán expuestos a soportar golpes de enorme envergadura. Se puede gritar que estamos asfixiados por la austeridad, pero ésta no existe porque –como muy bien señala Tepper– el gasto público ha aumentado. Se puede seguir defendiendo el gasto que beneficia a cada uno como los contertulios de TV-3. Se puede intentar motejar incluso de «neoliberales» –o de fachas– a los que advierten de lo que va a suceder. Pero el mensaje es claro: o España reduce de manera radical el tamaño del Estado de las autonomías hasta poderlo pagar o por delante se yergue el espectro de otra crisis. Caso de llegar, sólo le cabrá negociar quitas para poder pagar acreedores.