Iñaki Zaragüeta
Como ayer, igual que ayer
La pantomima de la consulta sigue coleando, ¡qué pesadez! Artur Mas, Oriol Junqueras y sus mariachis se encuentran en la misma situación que antes del 9-N. O peor, porque la Justicia puede depararles lo que no previeron y porque todo va desarrollándose conforme a la racionalidad, a pesar de que ese devenir ponga de los nervios a más de uno, a quienes reclaman una contundencia inusual para los tiempos que corren.
Tras la jornada del domingo, me sorprenden dos comportamientos. Por un lado, el de quienes están centrando en Rajoy, y no es santo de mi devoción a pesar de sus méritos, todas sus iras por no haber impedido la votación, fueran cuales fueran los medios para lograrlo. Por otro, el de quienes enarbolan la imperiosa necesidad de la negociación. ¿Negociar qué, cuando de una parte sólo se exige la ilegalidad? Ni el Estado ni Cataluña pueden pensar en implantar un sistema fiscal como el vasco y navarro sin arreglar la financiación de otras comunidades tan perjudicadas o más.
Por otra parte, Mas y su sociedad no pueden eludir su responsabilidad. No han logrado nada. «Como ayer, igual que ayer» (el Dúo Dinámico dixit). Por más numerosa que fuera la participación, que lo fue, no se acercó a una mayoría cualificada. Teniendo en cuenta que una misma persona pudo votar varias veces, más los inmigrantes y mayores de 16 años, y la ausencia de rigor en el censo y el escrutinio, la realidad es decepcionante para los secesionistas. Si el president se ve abocado a la convocatoria de elecciones y los catalanes, a un Govern de ERC, están ante una disyuntiva nada atractiva. Ellos, no el resto de España que no votamos en sus autonómicas. A lo peor necesitan sentir las bondades de una Generalitat Junqueras y sus cuates para «que sepan lo que es pan de dolor». Así es la vida.
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