Enrique López

Como un buen padre de familia

La Razón
La RazónLa Razón

En una semana como la que vamos a afrontar es difícil sustraerse al ambiente político, pero para esto hemos elegido a nuestros representantes, para que tomen decisiones en nuestro nombre; mas lo que ocurre es que la matemática parlamentaria es fiel reflejo de lo que han querido los ciudadanos, lo que suceda a partir de ese momento se puede apartar y mucho de lo realmente querido por la mayoría de los ciudadanos! ¡Deseémonos suerte! La actividad política en España está hoy muy denostada, hasta el punto de que cuando se desea que algo se fortalezca y se depure se denomina al fenómeno «proceso de despolitización». Resulta paradójico que un sistema político basado en la democracia representativa, donde el soberano (el pueblo) no ejerce el poder por sí mismo, sino a través de sus representantes, desprecie tanto a éstos; algo está fallando. Este proceso se ve todavía mas agudizado cuando surgen fuerzas políticas cuya principal máxima es superar la forma de hacer política tradicional, cuestionándola en su esencia, presentándose a la sociedad prometiendo otra forma de hacer política, otro paradigma, aunque pronto se ven atrapados en la coyuntura, sobrepasados por la realidad y terminan haciendo lo mismo, política. Hacer y dedicarse a la actividad política no es nada malo, lo que realmente se pide es que la ejerzan pensando exclusivamente el aquel que les ha conferido la representación de sus intereses: el pueblo soberano. Si todos los políticos pensaran sólo en las necesidades del ciudadano y sus problemas reales, hacer política sería extremadamente fácil; normalmente lo que es bueno para muchos lo es para casi todos. El pueblo como colectivo no es tonto, y sabe de las crisis y de las dificultades, y también sabe de sacrificios y de sufrimientos, lo mínimo que se puede es precisamente ejercer ese respeto debido a la inteligencia media de la sociedad. La democracia directa, la que se ejerce sin necesidad de órganos representativos, es difícil, y tampoco asegura la eficacia en la gestión el poder; normalmente provoca la proliferación de charlatanes sofistas que tanto éxito tuvieron en el ágora ateniense, aunque hoy en día serian sustituidos por el charlatán feriante de menor nivel cultural. El ejercicio democrático del poder no se garantiza mejor con la mayor presencia de fórmulas de decisión directas, sino sencillamente porque el político ponga oídos a lo que realmente quiere la gente, y la ciudadanía suele hablar con bastante claridad. Si esto se estuviera haciendo en este momento, ya se habrían resuelto muchos problemas. Pero además, a cierta sordera política se le ha unido el afán de algunos presentantes de reordenar la sociedad e imponer su modelo, algo que a estas alturas resulta una broma si no fuera porque es verdad. Decía Platón que la obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo, pues en igual sentido la obra maestra de la política perversa es hacer política para el pueblo sin contar con lo que realmente desea la gente, y que hoy pasa por mantener la estabilidad y asegurar la recuperación y la prosperidad, precisamente lo que un buen padre desea y procura para sus hijos.