Alfonso Ussía
Complicada elección
Hay días en los que escribir un artículo se antoja acción imposible. Y otros, en los que la duda por la elección del motivo a analizar causa hondo quebranto emocional. El día de hoy es de los segundos, y cabe destacar que me hallo inmerso en el hondo quebranto emocional. Cuando la mañana se presenta insípida, siempre cabe el recurso de escribir de Mas, del 3%, del «Prusés» y de otras vainas. Pero muchos de mis lectores me han hecho saber que están hasta el gorro de los independentistas catalanes. Renuncio, por hoy, a ello. Si Mas desea que escriba sobre él, que me lo solicite por el conducto reglamentario, y ya en mi poder la solicitud, no prometo nada.
En la mañana dominguera de hoy estoy obligado a encontrar un asunto de interés que mantenga su fuerza en la mañana del lunes. Y he seleccionado dos noticias. El amor paternofilial, ejemplar a todas luces, de la familia Espinar y el fallecimiento en Nueva Zelanda de la Reina Madre de Tonga, Doña Halaevalu Mata´Aho, a los setenta años de edad. El amor paternofilial de los Espinar ha sido respetado por los medios de comunicación cercanos a Podemos. Como muchos saben, el padre del elegante y sabio parlamentario de Podemos, ha sido condenado por corrupción en el asunto de las tarjetas «Black» de Cajamadrid. Pero en Podemos han prohibido referirse a la condena a sabiendas del dolor de su hijo, también masacrado por la prensa de la Casta con motivo de su simpático negocio inmobiliario, que según sus palabras, pudo culminarlo gracias a un préstamo que solicitó a su padre. El uso de la tarjeta bancaria del padre de Espinar no alcanzó los 200.000 euros. Con medida y prudencia, el señor Espinar sólo se gastó 181.000 euros, cantidad que por lógica, no merece la atención de Pablo Iglesias e Irene Montero. Y de merecerla, nada se comenta, por respeto al niño. Sucede que todavía en España se puede opinar libremente, y muchos comentaristas, tertulianos, plumillas y voces autorizadas del Reino le han recordado a Espinar que una parte del dinerillo que su padre extrajo en efectivo mediante la introducción de su tarjeta en la ranura milagrosa, es posible que haya formado cuerpo con el montante del dinero que su padre le prestó para adquirir una vivienda de protección oficial que posteriormente no habitó con el fin de venderla obteniendo en la operación especuladora suculentos beneficios. Pero nadie puede hablar del caso en Podemos, y menos aún de la sentencia, porque el joven Espinar se entristece. Sí de Blesa, de Rato y demás desahogados, pero no de Espinar Papá. Bueno, que el amor paternofilial es tan sagrado en Podemos como el resto de los amores, y me parece bien que no hieran los sentimientos del sagaz muchacho.
Y la otra gran noticia es la del fallecimiento inesperado de la Reina Madre de Tonga, Doña Halaevalu Mata´Aho. Las históricas relaciones de amistad entre España y Tonga no pueden debilitarse por la muerte de Doña Halavealu, tan querida por mi familia. Los hermanos que aún sobrevivimos nos sentimos profundamente consternados. Y todos tenemos derecho al cariño ante una evidencia desagradable. Si Ramón Espinar está siendo objeto de toda clase de abrazos y afectos silenciosos y silenciados por los 181.000 euros que disfrutó su padre de las tarjetas «Black» de Cajamadrid, también mi familia merece la atención y el consuelo por el fallecimiento de la Reina Madre de Tonga, que tan cariñosa se mostró con nosotros durante nuestra infancia. Era una mujer de las que ya no nacen, y contaba como nadie los chistes tongoleños, incluídos los picantes.
No estoy en condiciones de continuar el escrito. La emoción me embarga. Y todo por Ramón Espinar y la Reina Madre de Tonga. Mañana en gris marengo de melancolías.
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