Julián Redondo

Compromisos

La Razón
La RazónLa Razón

El «Chapo» Guzmán se las ingenió para que nada menos que Sean Penn le hiciera una entrevista, obviando su único compromiso profesional, no dar pistas sobre su paradero. Dejó miguitas y le trincaron. Luis Enrique utiliza su libertad y la disfruta. Es distinta de la que divulgaba Voltaire –«Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo»–, ésa que traman en Cataluña; la suya es la que un club señero, o estelado, según la dirección del viento, no le coarta. El premio a mejor entrenador de la FIFA 2015 le corresponde a él y subió a recogerlo Robert, de toda la vida Roberto, que disculpó su ausencia por «sus compromisos profesionales». Los pocos directivos que le quedan a la FIFA no se troncharon porque por esos pagos no está la situación para risas.

Luis Enrique es tan suyo que no parece asturiano. Podía haber formado parte de la comitiva blaugrana porque su premio estaba cantado y porque cuatro jugadores suyos, con Messi, quinto Balón de Oro, a la cabeza, iban a ser agasajados. En Barcelona no se cambió la ropa de andar por casa para cruzar la calle hasta la gala de laLiga. Zúrich queda más lejos y «sus compromisos profesionales» le impidieron volar con la nutrida y distinguida representación barcelonista. Guardiola también rechazó la invitación y excusó su presencia; quizá adivinó la derrota frente a este sucesor tan poco dado a las romerías. En cambio el chileno Sampaoli recorrió medio mundo para ser testigo directo de los plantones de «Lucho», ese señor «que ha somatizado el berrinche» (Karra Elejalde), y de Pep. ¿Qué pensará de los entrenadores españoles?

Ni siquiera faltó Cristiano, que tiene un ego que no cabe en el Bernabéu y sabía que Messi le iba a vencer en esta edición.