José María Marco
Con el PSOE hemos topado
Hay cosas que no fallan. Como son cada vez más escasas, conviene disfrutar de ellas. Una es el reflejo anticlerical de la izquierda española en general y, más en particular, del PSOE. Ha impulsado a Rubalcaba a amenazar otra vez con revisar los acuerdos con la Santa Sede, a afirmar que con el nuevo proyecto de ley de educación sale ganando la Iglesia y, por parte de Elena Valenciano, siempre atenta a los matices, a afirmar que se ha recuperado el catecismo.
A principios del siglo XX, los liberales andaban divididos a cuenta de la sucesión de Sagasta. Una parte del partido decidió que el anticlericalismo podía servir para ganar la partida a los demás grupos, y se lanzó a la tarea con entusiasmo. Es posible que Rubalcaba se haya adelantado y haya sacado la artillería pesada –a riesgo de que nadie le tome en serio- para capitalizar el asunto frente al resto de las familias y sensibilidades socialistas, bastante susceptibles en estos tiempos.
Otro uso tradicional del anticlericalismo es el de intentar unificar a la izquierda. En este caso, el objetivo no sería recuperar algo de relevancia en el conjunto de la izquierda. El PSOE compite ya con Izquierda Unida, y si bien a ésta le resulta rentable la demagogia populista, como las expropiaciones o la exaltación del régimen castrista, los socialistas no se pueden permitir (todavía) seguir por ahí. El anticlericalismo le ofrece la oportunidad de imaginarse que retomará la iniciativa.
El recurso al anticlericalismo también es significativo de la dificultad del PSOE para hacer frente a los problemas de la sociedad española, como el paro juvenil o el abandono escolar. Los socialistas prefieren seguir encerrados en una fantasía progresista, radical-republicana de fondo, que les permite creer la propaganda que ellos mismos han urdido. La reacción indica que aún se sienten titulares del monopolio de la educación, cuando la educación, en nuestro país, dejó de ser monopolio de nadie hace ya mucho tiempo. Así que los socialistas, por seguir en sus fantasías de siempre, van a perder una magnífica oportunidad de sentarse a negociar y demostrar que son un partido moderno, serio, capaz de afrontar la realidad española. Como al parecer la cosa no tiene remedio, más vale entretenerse un rato con el espectáculo. Quizás es que el PSOE no desea volver a gobernar nunca.
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