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Alfonso Merlos

Con la cabeza alta

Con la cabeza alta
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La noche y el día. Los españoles nos estamos jugando la recuperación económica pero también nuestra dignidad. Y estamos empezando a hacer nuestra la dignidad que en un momento, y con sobradas razones, perdimos. Esos días y esos años en los que los socialistas mandaban todo cuanto tocaban al garete y se veían impelidos a comparecer en los foros internacionales pidiendo limosna o perdón; quizá avergonzados ellos mismos, pero con toda seguridad generando vergüenza entre los ciudadanos de infantería. ¡Sonrojante!

Las acciones tienen consecuencias. Y las cosas bien hechas por el Gobierno del Partido Popular están teniendo el correlativo reconocimiento. Es evidente. En la sociedad internacional no sólo es relevante quién eres como país, sino junto a quién te presentas. Se terminó la época en la que Zapatero nos situaba de la mano de gobernantes parias o díscolos o provocadores de pobreza. Rajoy está devolviendo a España a la onda de la que nunca debió salir. Ni en el orden financiero ni en ningún otro.

No estamos siendo ejemplares, ni perfectos, ni somos modelo de nada en nuestras políticas económicas. Porque eso en las actuales circunstancias es cuasiimposible. Y porque entre muchos aciertos se cuela algún error que hay automáticamente voluntad de enmendar. Pero sí es verdad que se nos mira ahora como a una nación respetable, cumplidora, entregada a salir de una cueva que no nos correspondía.

Está en los manuales más viejos, y en los más modernos, de gestión empresarial que el éxito no se logra sólo con cualidades excepcionales. Es sobre todo un trabajo de constancia, de método, de organización, de ilusión. Y en esas está un Gobierno al que le están dando en el G-20 el trato que merece. De forma alentadora. Ni más ni menos. Felizmente.