Educación

Consejera insumisa

La Razón
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Adelaida de la Calle fue nombrada consejera de Educación después de reunir méritos como azote del ministerio del ramo (de Wert) del Gobierno saliente. Durante ese periodo, no hubo discurso ministerial que De la Calle, presidenta entonces de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), no repusiera con exabruptos, pataletas y desaires del más variado pelaje. El último, que aún trae cola entre ciertas manadas estudiantiles, fue el de una supuesta imposición de un grado de tres años que habría de ser acompañado de un máster de dos que, lejos de ser obligatorio, facultaba a la elección de cada universidad a optar por el cuatro más uno o el citado tres más dos. Así de sencillo, por mucho que el filibusterismo pretenda engañar al respetable con chanzas. Pero ése es el ambiente en el que mejor se maneja la consejera, más cómoda contra la gestión del otro que en beneficio de una eficiente gestión de la educación andaluza, que no es poco tajo. Una vez marchado Wert, quien tenía una particular predilección por ridiculizar a la oposición, De la Calle se quedó sin coartada, aunque se ganó un sillón en la consejería. Desde allí sigue haciendo lo que sabe: declararse insumisa ante la Lomce, por muchas Cortes que la hayan aprobado. Y ahí está la consejera, firme, severa, dedicada a esa propaganda con la que sabe llegar con hondura a la muchachada. Pregúntenle a la consejera por los docentes, por el tiempo que pierden en labores burocráticas, por la instrucción de una sociedad desvalorizada, pregúntele a la consejera, que ella responderá con eso de que «el perro y la perra son el mejor amigo y la mejor amiga del hombre y de la mujer». En eso es número uno. Y en declararse insumisa.