Pactos electorales
Cuatro historias y algún final
Es archiconocido el proverbio de origen chino que dice: «Siéntate pacientemente junto al río y verás pasar el cadáver de tu enemigo flotando». Llama a la paciencia frente a la adversidad como forma de solucionar los problemas.
La versión española popularizada es algo más pedestre: «Siéntate en la puerta y espera que pase el cadáver de tu enemigo». Quizá no sea tanto una llamada al temple y a la calma como una estrategia frente a un adversario que es más fuerte o está en situación de ventaja.
Pero una virtud como la paciencia es fácil que se confunda con un defecto como la pereza, aunque los efectos de una y otro pueden ser parecidos. Ya sea por virtud o por defecto, el Sr. Mariano Rajoy apostó por no hacer nada en lo que respecta a la investidura a la presidencia del Gobierno y fiarlo todo a nuevas elecciones y, de momento, su estrategia ha funcionado. Su principal activo es haber ganado las elecciones y partir en todos los pronósticos como favorito en las próximas. Su debilidad es haber perdido 63 diputados, algo sin parangón desde la descomposición de la UCD.
Al Sr. Albert Rivera, temeroso de elecciones, por un lado, y cargado de legítimas, aunque excesivas, ambiciones se le podían aplicar los versos finales de Samaniego en su versión del también famoso cuento de Esopo: «No seas ambiciosa/de mejor o más próspera fortuna;/que vivirás ansiosa/sin que pueda saciarte cosa alguna./No anheles impaciente el bien futuro/mira que ni el presente está seguro». O expresado en términos castizos: «Ha hecho castillos en el aire».
La tercera historia tiene que ver con algo que leí en un blog sobre diez ganadores de la lotería que se habían arruinado. Parece que es mucho más elevado el porcentaje de millonarios que quiebran cuando su fortuna proviene de un golpe de suerte, como la lotería, que cuando la fortuna se ha amasado industriosamente, con trabajo e inteligencia.
Al Sr. Pablo Iglesias le ha tocado un importante patrimonio electoral en las apuestas, está por ver si es capaz de mantenerlo e incluso hacerlo crecer, o lo va a conducir a la ruina.
Por último, me viene la cabeza algo que tiene que ver con el corto plazo como período de decisiones.
Parece que en la Alta Edad Media un prisionero condenado a muerte iba a ser ejecutado en los albores del día. El reo, capturado en una campaña militar, quiso comprar su libertad. Lo que ofreció a cambio de su vida fue, nada más ni nada menos, que la luna.
El jefe militar responsable del prisionero aceptó y le dio 48 horas de plazo para conseguirla. Evidentemente no pudo cumplir su compromiso y cuando le preguntaron por qué prometió lo que no podía cumplir, contestó, sencillamente, que para ganar dos días de vida.
En junio los españoles decidirán quién gobernará España o, al menos, cómo se repartirán los cotizados escaños en las Cortes Generales, pero en esas elecciones también se jugarán su futuro los candidatos a la presidencia del gobierno.
El Sr. Rajoy estará en la encrucijada de ser presidente del gobierno o de engrosar las filas del Consejo de Estado. Si el Sr. Albert Rivera tuviera la mala fortuna de perder escaños para su partido, la crisis que se abriría en su partido le llevaría a la Arcadía con la extinta UPyD.
El Sr. Pablo Iglesias debe demostrar que sabe gestionar su nueva riqueza, le llegó en un golpe de suerte y con una manera arriesgada, poco solvente y radical de hacer las cosas podría dilapidarla y entonces, el núcleo podemita de la facultad de Cc. Políticas ya no haría tesis doctorales sobre los demás, las harían sobre ellos y cómo arruinaron lo que la fortuna les dio.
La situación más sencilla de resolver es la del Sr. Pedro Sánchez, que logró sobrevivir a la catástrofe del 20-D. A él sólo le queda una opción: ganar las elecciones.
Sólo nos queda por ver qué historia es la que tiene final feliz, o simplemente final.
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