Julián Redondo
Cuestión de fe y pico
El Madrid puede presumir de dos excelentes jugadores por puesto; algunos, extraordinarios; lo que en el lenguaje balompédico equivale a crack, o crac, palabro de Fundeu. En el Atlético hay dos figuras descollantes, el portero Courtois, que es del Chelsea, y Diego Costa. Los demás, algunos buenos futbolistas y otros sólo regulares. No es casualidad que con la lesión de Filipe Luis al equipo se le hayan visto las costuras, y no sólo en el lateral izquierdo. En las inmediaciones de Courtois y Costa, el turco Arda Turan, y Villa, si logra recuperar la condición física. En ese limbo subjetivo, Miranda y Godín, juntos; Juanfran, Koke, Mario, Gabi y Tiago. Un buen recambio es Raúl García; un relevo apañado, Cristian Rodríguez; una alternativa con posibilidades, Toby, y la incógnita, el misterio, la gran esperanza para el último tercio, Diego.
Fenómenos en el Madrid hay del uno al 24, o casi; el fenómeno en el Atlético es pisar el mes de marzo con 60 puntos en la clasificación de la Liga, la posibilidad de empatar en cabeza con el todopoderoso vecino y mantener la emoción a tres bandas –el Barça no está descartado–, si hoy los idus son propicios, y haber ganado el partido de ida de los octavos de final de la «Champions» al Milan en San Siro, impulso extraordinario hacia los cuartos. Y esto no es un albur. Tampoco lo es codearse con los dos grandes, ni ha sido cosa de la suerte ganar dos veces seguidas en el Bernabéu en menos de seis meses. Conquistó la Copa y venció en la Liga por una cuestión de fe, de fuerza y de intensidad, el pico que hoy parece poco tras la exhibición de Gelsenkirchen.
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